Hablar de emigración irregular es hablar de un tortuoso viaje de hambre, miseria, abusos, y humillaciones de todo tipo que padecen las personas que dejan sus raíces y costumbres para emprender un camino rumbo a lo desconocido. Un viaje que muchas veces tiene un mal final.
Los emigrantes sin papeles son personas nacidas generalmente en países potencialmente ricos, pero empobrecidos por gobernantes (dictadores militares en su mayoría) que no son capaces de dotar al país de las herramientas necesarias para que sus ciudadanos puedan vivir en condiciones dignas de salud y bienestar. El duro camino a la emigración irregular constituye en ocasiones el único camino para huir del hambre y la miseria.
El problema de la emigración irregular –un problema social en origen y un problema social y político en destino- atrajo desde hace muchos años a las llamadas Organizaciones no Gubernamentales (ONGs), cuyos miembros -la mayoría- están empeñados en paliar o mitigar las situaciones de marginación y discriminación social, trabajando muchas veces en condiciones precarias y arriesgadas.
Las ONGs, la caridad en general, siempre han sido cuestionadas por quienes abogan por luchar contra las injusticias y los abusos. La labor de las ONGs sería en ese sentido un colaborador involuntario de la corrupción y la crueldad de los gobiernos. Consta además que determinadas personas han hecho grandes negocios al amparo de los principios que en teoría marcan la labor de la ONGs, personas que se lucran de la pobreza y aprovechan la dramática situación que soportan muchos millones de personas en el mundo. Es el caso de la organización conocida como Open Arms (Brazos Abiertos), que al amparo de una supuesta humanidad y solidaridad lo único que se preocupan es del lucro personal conseguido a través de su intervención en la cadena logística que trafica con el sufrimiento de seres humanos que pretenden llegar al paraíso europeo por vía marítima. El jefe de Open Arms, Oscar Camps, un embaucador sin escrúpulos, se ha convertido en armador de una exitosa naviera dedicada al transporte por el mar Mediterráneo de los llamados esclavos del siglo XXI.

¡Quien se lo iba a decir a este socorrista cuando hace años montó una oenegé con 15.000 euros y hoy vive como un millonario guarecido de la crítica bajo el paraguas de frases grandilocuentes y mensajes humanitarios que conmueven a las personas de buena fe! Con esa palabrería engañosa y falsa (‘Salvamos vidas’) obtienen jugosas subvenciones y concesiones de estamentos oficiales, sobre todo de la Generalitat de Catalunya y del Ayuntamiento de Barcelona, que de esa manera facilitan e impulsan el perverso transporte de seres humanos a través de buques negreros.
La logística de las mafias en el mar Mediterráneo
Las mafias utilizan los barcos en el mar mediterráneo como taxis marítimos, aunque, antes de embarcar a la mercancía humana, mantienen a ésta escondida en casas distribuidas por las costas hasta que los traficantes reciben el dinero cuya cantidad está en función de distintos parámetros, tales como: la cercanía al lugar de embarque de la pateras, de la proximidad al país al cual van a ser llevados, del tipo de patera que los transportará, etc. Hechos ya los trámites mafiosos viene la operación del sistema de embarque, generalmente los traficantes remolcan las pateras de goma, o de madera, cargadas a tope y con muy poco combustible justo para que los lleve a la zona de rescate (SAR por su siglas en inglés), otras veces utilizan buques nodrizas cargados con las pateras que las sueltan próximas a la costa, o en lugares donde van a ser recogidos por los llamados buques humanitarios, entre ellos los de Open Arms, que conocidas la coordenadas que previamente le han pasado se acerca al lugar y los recoge y claro no los lleva al puerto más cercano como establece el Derecho marítimo, sino que los lleva a un país europeo, que para eso le han pagado.
Open Arms no se dedica al salvamento de náufragos, labor para la que carece de medios y de personal formado, sino a otra cosa. Forma parte activa de una cadena mafiosa de transporte de seres humanos; llanamente, tráfico marítimo de esclavos.
Por eso asombra que la alcaldesa de Barcelona o el presidente de la Generalitat aplaudan la sedicente labor humanitaria de este siniestro personaje, cuando en realidad están favoreciendo la entrada ilegal de personas, que la mayoría de las veces pasan a formar parte de la miseria y de los guetos de las ciudades que los acogen.
Esto, a los modernos negreros no les importa, ellos ya cobraron el botín correspondiente. Tan evidente es la situación que la Unión Europea (UE) puso en marcha en marzo de 2020 la operación militar Irini, que sucedía a la operación Sophia que estuvo activa entre mayo del 2015 y marzo del 2020, cuyo objetivo es desarticular la estructura de las redes de tráfico ilícito y trata de personas.
Se calcula que a lo largo del 2021 han muerto aproximadamente unos 1000 emigrantes irregulares que intentaban alcanzar las costas europeas a través del mar Mediterráneo; buques como el moderno OPEN ARMS UNO, construido para relevar al viejo remolcador IBAIZABAL III, animan a las mafias a incentivar este tráfico de seres humanos sin importarles el número de ellos que se quedan en el camino, eso no les incumbe, ya han cobrado el billete del viaje: si llegan o no, ya no es su problema, el desprecio por el ser humano es absoluto.
De hecho, Frontex investiga la posible coordinación de Open Arms con las mafias libias de traficantes de personas; la coordinación de estas mafias resulta de tal magnitud que grupos de WhatsApp, Facebook y Telegram se conectan entre sí y notifican con suficiente antelación la llegada de dicho buque a la zona del Mediterráneo central a puntos determinados de las costas de Libia, donde los traficantes de esclavos llevan a cabo sus operaciones para el embarque en pateras y su posicionamiento en la mar para que sean recogidos por el citado buque, y, de esto hay pruebas, como la que presentó el digital italiano II Primato Nazionale, mediante un video en el que podía verse perfectamente la estrecha relación entre la ONG del socorrista Óscar Camps y la milicia Zawiya, también conocida como Al-Bija, intermediaria del negocio de los traficantes en Libia.
Estamos hablando de una ONG que juega un papel fundamental en el tráfico negrero hacia Europa. Uno se pregunta por qué determinados cargos públicos y determinada prensa sigue dándole cobertura y colocándole como estandarte y paladín del servicio desinteresado del salvamento de seres humanos en el mar Mediterráneo, cuándo, a la vista de los hechos es todo lo contrario. Quizás haya otros motivos que tal vez algún día salgan a la luz.
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