Escrita por Ton Novellas, estas memorias de un marinero de tierra adentro constituyen una espléndida novela que narra la vida de un muchacho a caballo de los siglos XIX y XX, un niño que se lanza a la vida, que madura entre experiencias duras y amargas, que experimenta la amistad, la solidaridad, el odio, la envidia, la codicia, y sobre todo la violencia. Él carece de escudo, de protección, camina por la vida desnudo y decide cada día lo que hará al día siguiente. Un espíritu tan aventurero y tan valiente debía acabar en el mar.
La primera vez que se embarca tuvo la sensación de estar sol devant el futur que havia triat (solo ante el futuro que había escogido). Y continúa navegando, hace trabajos en tierra, pero se siente atraído por la mar, pues la emoción del peligro, de jugarse la vida en el océano inclemente, le atrapa. Y no puede dejarlo. Y confiesa: fins i tot ara, en recordar-ho, m’envaeix el desig de tornar-ho a viure (al recordarlo ahora me invade el deseo de volverlo a vivir).
¿Por qué esta novela, cuál fue su origen?
Muchos escritores han confesado de donde parten cuando se ponen a crear una novela, una obra de ficción, un relato. Parten de una foto, de una imagen, de un texto escrito… Pero todos se nutren de la memoria, de lo que ellos experimentaron o conocen que otros vivieron. Ton Novellas ha contado con una fuente excepcional. Las memorias de su abuelo, unas memorias reales en las que su abuelo vuelca los avatares de su vida. De ese manantial, extrae Novellas la historia. He manejado los dos textos, el del abuelo y el de Ton Novellas, y puedo afirmar que en la novela hay un arduo trabajo de escritor, que maneja un catalán hermoso, que inventa, nutre y cose las memorias que el abuelo dejó ralas e incompletas (“la memoria es una olla podrida”, escribió Juan Marsé), y el resultado es una novela que se lee con pasión y con interés.

Joan, el protagonista, sale de un pueblo del Priorato, comarca de Tarragona. En sus correrías, Joan salta de barco en barco, de puerto en puerto. De todos ellos nos deja pinceladas, a modo de fotografías reales, lo que ve y vive un marino cuando sale a tierra: los bares y lupanares de la zona portuaria, las pensiones y hospedajes y la variedad humana que allí se da cita. Nos explica también los barcos desde la mirada de un marinero, que a medida que va navegando va progresando en el oficio y llega a contramaestre. Incluso en las patrulleras del Coast Guard de Estados Unidos (USCG) de servicio en Alaska, donde culmina y finaliza su vida de marinero, le ofrecen ir a estudiar para oficial.
El autor nos explica la dureza inclemente y la disciplina a sangre de los barcos de vela. Y como le tocó vivir el tránsito de la vela al vapor reflexiona sobre esa transformación, la revolución industrial en los barcos. Lo hace desde la experiencia, desde su vida a bordo: en los veleros la vida depenia dels companys, calia tenir-hi confiança; por el contrario, en los barcos de vapor tot estava brut de surge del carbó, la gent anava a la seva, no hi havia germanor.
En sus embarques y estancias por los puertos del mundo, Joan conoce la amistad y vive varias clases de amor: el amor desesperado de Elga, en Hamburgo; el amor libidinoso y necesario de la mujer del judío dueño de un hospedaje en Cardiff; el amor desprejuiciado y triangular de la Nelly y la Florence; el amor matrimonial de la Edith, de Kilrush, Irlanda… Y remata su vida marinera en la USCG, un organismo que aúna vigilancia marítima y búsqueda y salvamento de náufragos con una organización mixta, civil y militar, un modelo copiado por muchos países porque resulta muy eficiente, tal vez el más eficiente de los modelos de guardacostas conocidos.
En el relato, memorias verdaderas, aparece Manuel Roca, abuelo del Manuel Roca que dirige las “golondrinas” que navegan por el puerto de Barcelona; aparece Mac Andrews, consignatario y naviero; y aparece Julian Amich, marino y periodista, creador de “Navegación” en 1915 y de “El Vigia” en 1958, y autor de un buen diccionario marítimo.
A sotavent, memòries de una mariner de terra endins, Ediciones Caligraf, Figueras, 2022, resulta un libro que muestra con la sencillez de la buena literatura la navegación entre 1890 y 1915, los años de la transición de la vela al vapor, una época excepcional.