Rafael Cabal Álvarez, práctico del puerto de Barcelona, se jubiló el mismo año en que leyó su tesis doctoral en la Facultad de Náutica de Barcelona, Universidad Politécnica de Cataluña. Tenía 66 años y una carrera profesional plagada de éxitos y experiencias diversas. Entró en el servicio de practicaje en 1991 procedente de la Armada, en la que había servido como piloto aeronaval de helicópteros y comandante de dos patrulleras tras haber obtenido el título de capitán de la marina mercante en la Escuela Náutica de Cadiz. En la Corporación de Prácticos del puerto de Barcelona fue consejero delegado y presidente del Consejo de Administración. En el año 2004, como vicepresidente, formó parte de la primera Junta de Gobierno del Colegio Oficial Nacional de Prácticos. Y sobre todo, durante años, ejerció la docencia en los cursos que los prácticos realizan periódicamente para actualizar sus conocimientos y compartir experiencias profesionales. Por eso, Rafael Cabal es bien conocido en el mundo marítimo y goza de la consideración de sus colegas.
Fajarse con el empeño mayúsculo de escribir una tesis doctoral le costó años de dudas, avances y retrocesos. Tenía su futuro económico bien resuelto y su vida laboral asegurada en una actividad que le permitía seguir ejerciendo como marino y al mismo tiempo estar junto a su mujer y sus hijas, integrado en la sociedad. El practicaje siempre ha sido una de las metas de los profesionales náuticos, tal vez la culminación de una carrera profesional. ¿Para qué necesitaba él comprometerse en un afán que le iba a costar horas y horas de estudio, investigación, análisis y redacción? ¿Qué necesidad tenía? Ninguna, sólo la ilusión y la ambición por acometer un reto que veía apasionante.
Se matriculó para realizar los cursos de suficiencia investigadora y los superó con éxito, pero en 1996 no había acumulado voluntad suficiente para tirarse de cabeza en una empresa que ya sabía no iba a resultar nada fácil. Nunca le tentó una tesis doctoral simplona. Nadie le hubiera reprochado en su situación que optara por aprovechar el precio ridículo al que se conceden en las universidades españolas el título de doctor. Él quería estar al lado de quienes optaron por hacer un trabajo serio, útil y riguroso. Retomó el proyecto de la tesis doctoral en 2017 cuando vio claro que su esposa le apoyaba sin reservas y que en el entorno profesional y académico había compañeros con cuya ayuda podría contar en caso necesario. Y en enero de 2023 leyó una tesis magnífica, trabajada con pasión y esmero: Estudio y análisis de los procedimientos operativos de B.R.M (Bridge Resource Managament), para la preparación del viaje: Passage Plan; y maniobra en puerto para grandes buques, con esloras superiores a 300 m.
Desde entonces teníamos pendiente esta entrevista.

Pregunta. Tú navegaste en los tiempos del sextante…
Respuesta. Claro. Nuestra generación lidió con los cambios que ha introducido la revolución digital. Primero llegaron las calculadoras con las que era posible ejecutar las fórmulas de astronomía sin necesidad de recurrir a las tablas de logaritmos. Más tarde, de improviso, nos topamos con los satélites, el GPS, y poco después con los primeros ordenadores. Yo estaba en la Armada en el año 1982 cuando un teniente de navío que venía de un curso en los EEUU del avión Harrier trajo un Sinclair, un computador de 48 K conectado a un cassette. Con ese ordenador tan primario hacía los cálculos astronómicos para hallar la situación del buque en unos pocos minutos y con mayor precisión de lo que éramos capaces con las tablas náuticas. Los primeros GPS, te acordarás, eran poco fiables, habías de esperar el paso del satélite por tu meridiano. Eso hoy nos parece tan lejano… Luego vino todo lo demás. Un cambio brutal.
P. Dónde viste tu primer GPS.
R. Lo vi en barcos de la Armada, pero no los manejé hasta que entré de práctico en 1991. El GPS te servía para conocer la velocidad del buque, no para obtener una situación precisa porque los americanos no liberalizaron el sistema hasta 1993, con Clinton de presidente, creo.
P. ¿Y las cartas digitalizadas?
R. El sistema de información y visualización de cartas electrónicas, ECDIS, se incorporó en los buques a principios del siglo XXI. Fue un salto impresionante. Los cuartos de derrota dejaron de servir para lo que fueron diseñados. En el puente tenías todas las herramientas a mano y conectadas.
P. La digitalización ahorra trabajo humano y desemboca en la robotización…
R. Hasta el día de hoy la tecnología es una mera herramienta, no sirve para sustituir a la persona. Yo no creo que los grandes barcos puedan navegar sin nadie a bordo…
P. ¿No crees que se puedan dirigir desde tierra?
R. Desde luego es posible. Si somos capaces de enviar una nave a Marte sin nadie a bordo como no vamos a poder llevar un barco sin tripulación entre Lisboa y Buenos Aires, por ejemplo. Pero no creo que se dé en buques grandes, de más de 200 metros de eslora. En barcos pequeños y en rutas cortas no tengo duda que los barcos podrán ir solos, con control remoto, o con la ruta programada.
P. ¿Crees que, como en casos anteriores, veremos una gran resistencia al cambio?
R. La resistencia de las personas a los cambios es innata a la especie. Todo cambio exige un esfuerzo y tiene enormes costes. Es lógico resistirse.

P. En el caso de los prácticos, ¿cómo ves el practicaje en buques autónomos, sin tripulación o con una o dos personas a bordo?
R. No es fácil profetizar como discurrirán los cambios. Hoy yo preveo al práctico en una sala de control en tierra, no a bordo, pero sólo en barcos pequeños. En buques de gran tamaño como los portacontenedores de 20.000 TEU, los buques de cruceros y en buques con mercancías peligrosas sigo pensando que el práctico tendrá que actuar a bordo del barco, al que accederá en helicóptero o por otro medio. La profesión deberá ir con los tiempos y hacer ese cambio. Cambiar o morir. En el año 1991 ningún práctico llevaba chaleco cuando ejercía, ahora es impensable un práctico sin chaleco salvavidas. En estos momentos estamos introduciendo los cascos. Dentro de poco tiempo ningún práctico embarcará sin casco.
P. En su día, publicamos en NAUCHER global un artículo sobre la escasa preparación empresarial de las corporaciones de prácticos. ¿Crees que las corporaciones necesitan mejorar el espíritu empresarial?
R. Leí ese artículo, era muy bueno. Las corporaciones de prácticos somos PIMEs. En Barcelona somos una plantilla de 50 personas, entre prácticos, personal de las lanchas y personal de administración; tenemos un Consejo de Administración que nombra al presidente y al consejero delegado. El funcionamiento empresarial depende de cada corporación.
P. ¿Modificarías el acceso al practicaje, por ejemplo, añadiendo la experiencia o número de maniobras realizadas por los candidatos?
R. Tras 32 años de experiencia como práctico, yo abogaría por hacer algunos cambios. Es evidente que un práctico de nuevo acceso no es lo mismo que un práctico con años de oficio. Yo me decantaría por introducir el sistema que establecieron los ingleses tras el accidente del petrolero SEA EMPRESS en el puerto de Milford Haven: una carrera de practicaje en el que vas accediendo a esloras mayores y tipos de buque a medida que vas adquiriendo experiencia. Esa reforma exigiría cambiar las normas actuales que regulan el servicio de practicaje.
P. La profesión de marino ha ido descendiendo en importancia y presencia social, nada queda de aquellas potentes asociaciones profesionales de los años 20 y 30 del pasado siglo. Los prácticos sois ahora el referente asociativo profesional…
R. Cuando yo hablaba con los capitanes les decía que el practicaje era lo máximo para un marino: sigues ejerciendo de marino, conoces todo tipo de buques y además no pierdes el contacto social y familiar, un aspecto impagable. Además, los prácticos estamos bien remunerados. A mí el practicaje me lo ha dado todo.
P. Todos los prácticos elogiáis el servicio de practicaje…
R. Sí, es un sentimiento colectivo, el practicaje es la culminación profesional de un marino.
P. Como sabes, cada día hay más mujeres en el sector marítimo…
R. Me parece muy bien. Yo nunca navegué con mujeres. Eso que me perdí, porque la mujer aporta cosas positivas
P ¿Qué cosas?
R. Aporta empuje, sensibilidad, una mirada nueva…

P. Eso coincide con las declaraciones de Miriam y de Macarena, dos prácticos de Tarragona y Algeciras, publicadas en NAUCHERglobal. Afirman que les cuesta llegar y por tanto sólo lo consiguen las más fuertes y valientes.
R. Tuve a Macarena Gil de alumna en un curso que dí en el centro Jovellanos. Es una mujer, como se ve en la entrevista que publicasteis, arrolladora. A las mujeres capitanas las veo muy bien.
P. En tu caso ¿el doctorado fue sólo una satisfacción personal ajena a cualquier obligación?
R. Siempre me ha gustado la docencia y siempre tuve en mente el mundo académico. Lógicamente estoy mejor de práctico. El apoyo de mi esposa y el ánimo que me dabais algunos compañeros acabaron por decidirme a hacer la tesis doctoral. No tenía ninguna obligación.
P. Y estás jubilado. Mirando hacia atrás…
R. He sido una persona discreta, ajena a cualquier ostentación o exhibicionismo. En mis cargos en la corporación siempre intenté actuar con sencillez y amabilidad, nunca tuve problemas con mis compañeros de la corporación, todos buenos profesionales.
P. ¿Comentáis entre vosotros los incidentes o accidentes que suceden en el curso de vuestro ejercicio profesional?
R. No de forma organizada. Yo sería partidario de implantar un sistema para debatir, pero no es fácil. El practicaje es una actividad de análisis-error. Aprendes cada día porque las maniobras se pueden hacer bien de varias maneras. Pero no lo comentamos entre nosotros. En la Armada se hacían reuniones sistemáticas para analizar entre todos situaciones difíciles, emergencias y errores. No es nuestro caso. Un práctico esta solo con el capitán en la maniobra y es quien podría evaluar su actuación. Y somos reservados, cada uno a lo suyo.
P. Habéis pensado en introducir algún procedimiento de seguridad?
R. Lo hemos pensado utilizando las reuniones generales de prácticos que celebramos en la corporación cada mes o mes y medio. Allí comentamos aspectos generales, pero no se suele, salvo casos excepcionales, examinar el trabajo que hacemos. Los casos que están judicializados se dejan en manos del Colegio y de los seguros.
P. ¿Cuántas maniobras puede hacer un práctico de Barcelona en una jornada?
R. Acordamos en el último pliego de cláusulas con la Autoridad Portuaria de Barcelona un coeficiente de actividad, 0,7. Eso nos ha obligado a adaptar nuestros horarios a las necesidades del puerto, en la que hay horas de una extraordinaria actividad, por ejemplo, a primeras horas de la mañana, y otras horas en las que hay menos trabajo.
P. ¿Tienen claro los prácticos que son los garantes de la seguridad marítima en toda la operativa portuaria y que un accidente puede causar pérdidas desmedidas?

R. Creo que sí. Ahora que estoy jubilado me doy cuenta de la importancia y de la complejidad de esta profesión. No hace mucho, subiendo a un barco por la escala de gato se rompió la escala y me caí al agua. Pudo haber sido un accidente grave. Era un día tranquilo y el barco era uno de los ferris habituales en el puerto. En mis años como práctico debo haber realizado más de 33.000 maniobras. Es curioso, el practicaje ha cambiado mucho en los últimos años, pero las escalas de gato siguen igual, con todos sus problemas.
P. ¿No se ha hallado alguna alternativa a las clásicas escalas de gato?
R. Hubo un intento de izar al práctico con un dispositivo motorizado, pero no ha cundido. Siguen las escalas de gato, bien es verdad que algo mejoradas.
Habían transcurrido más de dos horas de entrevista. Habíamos consumido varios cafés. Decidimos dejarlo aquí.
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