He resembled a pilot, which to a seaman is trustworthiness personified.
“Heart of darkness”, Joseph Conrad
El practicaje es el servicio de asesoramiento al capitán en el tráfico de entrada y salida de los buques a los puertos, así como en las maniobras de atraque y desatraque. Las corporaciones de prácticos son sociedades limitadas profesionales que contratan con la Autoridad Portuaria el servicio técnico-náutico de practicaje. Históricamente, los prácticos gestionaban también el control del tráfico marítimo-portuario, de forma que las corporaciones tenían dos funciones esenciales: la gestión del tráfico y el servicio de practicaje.
En la actualidad, los prácticos y sus corporaciones están representados únicamente por el Colegio Oficial Nacional de Prácticos (CONP). La Federación de Prácticos de España, que los representó desde el año 1909 hasta el año 2003, ha quedado en tareas marginales o residuales tras la creación del CONP.
Las corporaciones adolecen así de una organización empresarial que las represente, asesore y coordine criterios profesionales entre ellas. El CONP asume y realiza algunas de estas funciones ante la administración y las instituciones, lo que constituye una situación extraña, pues el liderazgo y la representación de las corporaciones de prácticos debería residir en una asociación patronal, no en un colegio profesional. Esta situación revela, a nuestro juicio, la deficiente vocación empresarial de los prácticos. La avasalladora tendencia a la liberalización de la economía, y en concreto del sector marítimo portuario, exige un cambio en la cultura de gestión de las sociedades de prácticos.
Aprender de la Historia
A principio del siglo XX, no había coordinación entre los prácticos de los diferentes puertos de España ni organización que los representara. Eran años de expansión del negocio naviero, cuyas empresas ejercían una presión considerable al Gobierno a fin de establecer la libertad de practicaje: que los capitanes pudieran decidir si tomaban práctico o no; y que hubiera la posibilidad de crear empresas de prácticos o que éstos pudieron ser empleados de las navieras. Ernesto Anastasio Pascual, entonces un joven práctico del puerto de Barcelona, comprendió la urgente necesidad de unir a las organizaciones de prácticos existentes, de manera que el 15 de mayo de 1908 organizó en Barcelona una asamblea a la que asistieron 205 prácticos, un número que hoy sería imposible reunir. Esa asamblea fue el acto fundacional de la Federación de Prácticos de España, cuyos estatutos fueron ratificados por disposición ministerial el 9 de marzo siguiente. La Federación no sólo lograría que la ley y su posterior reglamento olvidaran la pretensión de los navieros, sino que estableció también las bases y el modelo del servicio de practicaje vigente en la actualidad.
En los momentos actuales, el practicaje y las corporaciones necesitan un nuevo impulso para poder competir y mejorar, o al menos mantener su posición. Adaptarse a las coordenadas de los nuevos tiempos. Seguramente no es preciso alterar los principios profesionales del practicaje, pero resulta ineludible transformar la actual gestión de las Corporaciones, empresas a todos los efectos cuyos accionistas, los prácticos, deben procurar el mejor modelo de dirección societaria, capaz de superar sistemas de gestión defensiva, poco aptas para ganar el futuro. Al igual que en 1909, ahora es el momento de crear una organización empresarial profesionalizada que represente y gestione los intereses de las empresas de prácticos.

El control y ordenamiento del tráfico de puerto
La constatación de las nuevas tendencias empieza a manifestarse con el cambio, en algunos puertos, del adjudicatario del servicio de control y ordenamiento del tráfico, pasando la responsabilidad del control que tenían las Corporaciones de Prácticos a las propias Autoridades Portuarias o a otros organismos, dejando solo a las corporaciones con el servicio de practicaje.
Durante muchos años el servicio del control y ordenamiento de tráfico de los puertos fue realizado por las corporaciones de prácticos. Es una actividad íntimamente ligada al practicaje, y por lógica desempeñada con gran eficiencia por las corporaciones, a pesar de la escasa importancia que le concedían. El aumento de los tráficos propició que algunas corporaciones entendieran la necesidad de mejorar el servicio, mejorando los recursos humanos y tecnológicos. Con el paso de los años y en parte debido a la nueva normativa que regula el otorgamiento de exenciones al servicio portuario de practicaje, las Autoridades Portuarias cayeron en la cuenta de que el servicio de control de tráfico era un factor de enorme importancia para la operativa y la seguridad portuaria. Ante la despreocupación, o la indiferencia, de las corporaciones de prácticos, el servicio de control de tráfico está hoy en muchos puertos en las manos de las propias Autoridades Portuarias. Huelga decir que gestionado, salvo excepciones, de forma ineficiente si lo comparamos con la hipotética gestión del servicio por los prácticos.
Sin el control de tráfico de puerto, una función crucial y valiosa, las empresas de prácticos pierden relevancia dentro del mundo portuario. Gestionar el tráfico ordenado del puerto y prestar el servicio de practicaje ponía a las corporaciones en una posición prominente. Sin el control de tráfico, los prácticos limitan su cometido a un servicio técnico-náutico, como el amarre y el remolque. Es cuestión de tiempo que se cuestionen las salvedades que hoy blindan a las corporaciones de la libre competencia que rige para los servicios portuarios.
La pérdida del control y ordenamiento del tráfico marítimo-portuario debilita a las corporaciones, que pasan de tener cometidos de gestión portuaria y de servicio a desempeñar solo cometidos de servicio.

Ideas para consolidar las corporaciones de prácticos
Con independencia de las consecuencias de perder en algunos puertos la gestión del control de tráfico, una tendencia que todo apunta que irá a más si no se detiene, el modelo actual del servicio de practicaje en España, servido por una sociedad limitada formada por marinos profesionales de alto nivel, constituye una garantía de calidad y seguridad. Un modelo difícilmente mejorable, que para afianzarse y sortear las asechanzas procedentes de diversos intereses ha de realizar, en mi opinión, reformas sustanciales para adaptarse a los nuevos tiempos y competir con cualquier modelo que se quiera implantar. Sin pretender ser exhaustivo, se proponen algunas medidas a tomar:
- Establecer en las Corporaciones una clara cultura organizativa empresarial, profesionalizando la gestión de las mismas.
- Creación de una asociación patronal que atienda los intereses de las corporaciones ante la administración y demás entidades públicas y privadas, manteniendo con todas ellas una estrecha relación. Esa asociación (o federación) habría de prestar asesoramiento técnico-náutico, jurídico, socio-político y financiero-fiscal para facilitar el buen funcionamiento de las empresas de prácticos.
- Fundación de un gabinete técnico permanente encargado del asesoramiento técnico-náutico y socio-político compuesto por expertos de la Ingeniería, del Derecho y de la Marina Civil cuya misión principal sería fortalecer el prestigio y la autoridad profesional de las corporaciones de prácticos mediante la realización de informes y dictámenes que contribuyan a la explotación de los puertos y a la seguridad de los buques dentro de las aguas portuarias.
- Incorporar como mérito en las pruebas específicas para el reconocimiento de la capacidad para prestar servicio de práctico, la carrera profesional. No es lógico que esta no se considere y que partan del mismo reconocimiento capitanes procedentes de navieras importantes con mando en buques de porte considerable que otros que han ejercido mando en buques de pequeño porte, cómo yates, embarcaciones de servicios offshore o de servicio portuario. Una buena carrera profesional en navieras importantes significa años de experiencia y esto aporta valor a las corporaciones de prácticos.
En conclusión: ante los aires liberalizadores, las corporaciones y los prácticos, están obligados a adaptar las empresas adjudicatarias del practicaje a fin de que sigan siendo sociedades profesionales, el modelo más eficiente y que mejor garantiza la seguridad de las aguas portuarias. Esa adaptación requiere asumir una clara cultura empresarial y apostar por unas corporaciones competitivas, organizadas profesionalmente para ganar el futuro.