Macarena cuenta con los ojos humedecidos por la emoción lo que su padre le dijo cuando ella le comunicó que había aprobado el examen de práctico de Algeciras: chica, hemos hecho historia. Su padre falleció pocas fechas después. Macarena Gil Navarro es la primera mujer que, en España, obtuvo un puesto de práctico de puerto. Ahora, como decía Miriam da Rosa, práctico de Sant Carlos de la Rápita, en NAUCHERglobal, ya somos varias, pero en 2015, cuando Macarena accedió al servicio de practicaje en un puerto tan ajetreado y difícil como Algeciras, ella fue la primera, la gran pionera, la que rompió el techo de cristal de una profesión que en su centenaria historia nunca había conocido a una mujer en sus filas.
La risa de Macarena, una de las características de su arrolladora personalidad, se oye franca y rotunda. Se ríe con frecuencia de lo que le dicen y de lo que ella misma dice. La risa de quien se siente segura, firme en el terreno que pisa, a sabiendas de que ha alcanzado una de las cimas de la carrera de un marino.
Algo similar debió sentir cuando le dieron el primer mando de un buque, un pequeño ferry dedicado al tráfico de pasajeros y vehículos en el estrecho de Gibraltar. Tener el gobierno de un buque en tus manos, consciente de que la vida de muchas personas y una fortuna en bienes dependen de tu pericia, de tus órdenes, constituye una de las sensaciones profesionales más potentes y satisfactorias del mundo civil.
Para Macarena, digámoslo ya, una mujer de rompe y rasga, su nombramiento como capitana le pareció normal, había hecho méritos sobrados como segunda oficial y como primera oficial para que la naviera confiara en sus aptitudes y en sus conocimientos. Al igual que todas las mujeres que acceden a puestos directivos, Macarena afirma que a las mujeres se les exige más, que ellas han de demostrar más que los hombres para lograr ese puesto. Y que, una vez conseguido, han de continuar con ese esfuerzo suplementario, nada baladí, para ser plenamente aceptadas. Con los años, eso cambiará, estoy segura, pero a las que abrimos camino nos toca apechugar, afirma, y entonces se ríe como si en esa risa hubiera un tranquilizante que le quita a las palabras su eventual trascendencia. La sencillez ante todo.

Una mujer rompedora de límites
Macarena vino al mundo el 9 de mayo de 1978. Nací en Sevilla y vivimos allí hasta los 11 años. Los 12 los cumplí en Niebla, un pueblecito de Huelva y los 15 en San Bartolomé de la Torre, otro pueblecito de Huelva, del que realmente me siento. En este último es en el que crecí realmente y donde tengo todos mis amigos, los mismo desde el instituto. Su familia se ganaba la vida trabajando la tierra, una familia modesta, como tantas, con la ilusión de que sus hijos estudiaran, hicieran carrera y pudieran vivir mejor que ellos.
La niña, cuarta de cinco hermanos, aprobó el COU y decidió estudiar Náutica porque eso la obligaba a residir en Cádiz, cerca de Sevilla y de Huelva, pero lejos del control parental. No le parecía mal estudiar para marino, por supuesto, una profesión que era fácil imaginar llena de viajes, horizontes muy lejanos, mares encrespados, crepúsculos mágicos y, con suerte, el rayo verde al menos una vez. Una profesión que atrae a la gente de carácter fuerte y valiente, a los espíritus capaces de arriesgar para ir, tantas veces como haga falta, más allá de lo conocido.
Entró en la escuela de Náutica de Cádiz, hoy llamada Escuela de Ingenierías Marina, Náutica y Radioelectrónica (EIMANAR), en el curso 97/98 y obtuvo la licenciatura al finalizar el curso 2002/2003. Y empezó a navegar. Mi primer embarque de oficial fue en diciembre 2004 en Cruceros Turísticos Torre del Oro. En diciembre del 2005 me vine a trabajar a la empresa Europa Ferrys en Algeciras, donde había hecho mis prácticas de alumna.
En 2010 estuvo a punto de abandonar la profesión. Había demostrado de largo, con méritos más que sobrados, su aptitud para mandar un buque. Si la nombraban capitán, seguiría, en caso contrario desistiría. La pusieron de capitana en el buque EUROFERRYS ATLÁNTICA, la primera mujer capitana de la empresa.

A mediados del 2012 se enroló de primera oficial en Balearía, la naviera que preside Adolfo Utor, y un mes después le dieron el mando de un buque. La historia se repitió, fue la primera mujer capitana de Balearia.
Entre embarque y embarque, desde 2009 y hasta 2016, Macarena aprovechaba las vacaciones para dar clases de formación profesional en el Instituto Social de la Marina de Isla Cristina.
“Los marinos somos gente abierta…”
Al llegar a ese punto ya había balizado su vida con dos marcas importantes. Había conocido a quien sería su esposo, Juan José Álvarez, con quien se casó en enero de 2011; y había decidido optar a una plaza de práctico de puerto. En cuanto tuvo el tiempo de mando necesario para presentarse, se inscribió para los exámenes de práctico de Algeciras que tuvieron lugar en junio de 2015. Y aprobó, por supuesto. Tras los tres meses de aprendizaje, el 1 de noviembre le dieron a Macarena Gil Navarro el preceptivo nombramiento de práctico del puerto de Algeciras. Una fecha para la historia, la primera mujer que iba a ejercer de práctico en España.
Macarena Gil Navarro se quedó embarazada en 2018 y tuvo que afrontar ese momento delicado en que toca descubrir cómo resolver el problema de la conciliación, ser madre sin abandonar la carrera profesional ni echar por la borda las expectativas laborales. Salió bien. La corporación de prácticos a la que pertenece se portó de maravilla. Mi agradecimiento a mis compañeros será eterno. Esta profesión me ha permitido sentirme marino y madre. Gracias al practicaje lo tengo todo.
Tuvo un parto difícil. Lucas, su hijo, nació con cesárea el 6 de marzo de 2019. Ella tenía ya 41 años. Pudo ocuparse de su bebé en los meses que la ley le concede, tiempo en el que la Corporación de Prácticos del Puerto Bahía de Algeciras le respetó las ganancias, la antigüedad y demás condiciones laborales. De hecho, afirma rotunda, sigo sintiéndome marino y madre.
Le pregunto si en su trayectoria como marino se sintió discriminada. Apenas –contesta- los marinos somos personas de mente abierta, gente viajada y salvo excepciones leída y bien leída. Claro que hay algún cafre que te mira por encima del hombro, pero esos tipos se comportan igual con sus compañeros. No tuve más problemas, salvo, como te decía, el esfuerzo extra que nos imponemos las mujeres para ir conquistando parcelas sociales y profesionales.
¿Y en los puertos, insisto? Tampoco recuerdo ningún incidente. Los estibadores, los agentes, los consignatarios y en general cuantos se mueven alrededor de los buques suelen haber presenciado situaciones muy dispares, algunas sorprendentes para nuestra mirada. Están habituados a las novedades. ¿Una mujer al mando de un buque? Por qué no. Saben que el camino de las mujeres resulta imparable.

¿Y con los prácticos, cuando tu erás capitana? Sólo puedo decir maravillas. Todos me trataron con respeto y normalidad. Es verdad que tuve, ya de práctico, un problema con un capitán al que dejé plantado en el puente. Desde que accedí al barco me trató con esa displicencia que usan los machitos para tratar a las mujeres. Se disculpó antes que de que abandonara el barco y desde entonces se acabaron las tonterías.
Todavía son pocas las mujeres que mandan barco, y menos aun las que ejercen de práctico, le comento. Macarena esboza una sonrisa y dispara. Es un proceso imparable. En España ya somos el dos por ciento de los prácticos, 5 prácticos mujeres de un total de 250. Y las mujeres embarcadas de oficiales aumentan sin parar en todas las banderas. Me quito el sombrero ante todas las mujeres que navegan. Son sufridas y valientes. La pena es que resulta imposible conciliar la maternidad con la navegación, al menos de momento.
¿Qué modificaciones crees que podrían mejorar el servicio de practicaje? Realmente no modificaría nada del practicaje, esta profesión me ha dado la posibilidad de tener el pack completo, vida familiar y profesional plena. Pero si me gustaría que pudiésemos encontrar la manera de poder conciliar la vida familiar con los periodos de embarque necesarios para poder acceder a las pruebas. De esta manera no se perdería el inmenso talento de las mujeres de este país, que abandonan antes de tiempo porque se ven en la encrucijada de decidir entre su vida profesional o familiar. Ahora mismo tenemos operando en el puerto de Algeciras un buque cuya tripulación es sueca, trabajan una semana y descansan dos, casi la mitad de la tripulación son mujeres, repartidas en los diferentes puestos a bordo. En esas condiciones es posible conciliar y alcanzar los puestos de alta dirección.
Tal vez, Macarena, lleguemos a verlo en España.