En su día pasó desapercibido. Incluso un devorador de literatura marítima como yo desdeñó su lectura a causa del subtítulo, “de Formentera a Argel”, que acompañaba al espléndido título del libro: “Entre la piel del mar”. Supuse por la falsa pista que sugería el subtítulo que se trataba de la consabida crónica de ese viaje biográfico que tantos marinos consideran irrepetible y merecedor de mucha letra impresa. Me equivoqué y quisiera reparar aquel error.
“Entre la piel del mar” fue la primera obra de Juan Luis Trassierra, un libro de formato pequeño que se lee en un par de horas y te deja una profunda impresión. Aparentemente, la obra es la crónica del naufragio de un motovelero, el AlBERDI, cuando navegaba de Formentera a Barcelona cargado de sal, pero en realidad se trata del mejor relato que he leído sobre la vida y la muerte en la mar. Escrito con sobriedad, sin adornos ni ruidos innecesarios, Juan Luis Trassierra nos cuenta en unas pocas páginas la vida a bordo de un motovelero de los años cincuenta o sesenta del pasado siglo; y cómo agoniza lentamente a causa de las heridas causadas por un temporal. Las páginas finales describen la lucha de Antonio, marinero, por sobrevivir a una colosal ola que se acercaba rugiendo con mil lenguas de acero. Una ola y otra y otra con toneladas de agua que intentaban descoyuntar su cuerpo. Antonio bracea, se aferra a la vida que le ofrece un cabo suelto que le une a la balsa salvavidas, bucea en la muerte y se despide de este mundo con la sencillez de una persona real, un hombre de mar que se enfrenta a la nada, el abismo, el laberinto oscuro por el que volaba, senderos tubulares y vericuetos infranqueables, un viaje macabro, el nunca llegar. La muerte al fin arrastrado por la furia del mar. Y lloró su corazón o su alma, y pidió perdón a todos, a todo, y clamó piedad a las tinieblas, al infinito…

Juan Luis Trassierra en una foto reciente
De las muchas historias de náufragos y naufragios que he leído ninguna ha despertado mi admiración como lo ha hecho “Entre la piel del mar”. Admiración por la sobriedad literaria con que el autor presenta a los personajes: el buque y sus tripulantes. Admiración por la hondura con que el escritor se sumerge en la conciencia de un náufrago, palabras justas, sin retórica ni grasilla moralizante, la muerte desnuda de vida, la muerte dolorosa y cruel. Admiración por un final que nos conduce directamente al principio. Admiración, en fin, por una literatura magistral.
Si Juan Luis Trassierra fuera anglosajón y escribiera en inglés, la pequeña gran obra que publicó en 1983 hubiera sido cantada, citada y rememorada por cientos de libros y artículos académicos y periodísticos, qué hermosura de obra, qué mirada la de un escritor abrazado a la mar, cuánta emoción surge de la tragedia de un marino náufrago. Pero en España somos muy avaros con los elogios y cultivamos desde hace siglos la envidia profesional. Tal vez por ello resulta tan difícil encontrar “Entre la piel del mar”, y en general magníficas obras escritas por marinos, en las bibliotecas de las escuelas y facultades de Náutica. Una pena.