Su abuelo mandó durante años, a principios del siglo XX, una goleta que naufragó cinco veces en aguas cubanas. Él, Juan Bautista Costa Juan, el célebre capitán Juan B. Costa, autor de 27 libros, entre ellos dos impresionantes manuales profesionales de Estiba y de Maniobra y una colección de obras náuticas que miles de patrones y capitanes de yate han utilizado para aprender los principios del arte de navegar, sigue viviendo en una isla diminuta, única, paradisíaca: Formentera. Nacidos para la mar, como si ésta formara parte de su ADN, porque sus dos hijos, Josep y Juan son también marinos. El primero, práctico del puerto de Barcelona; el segundo, capitán de buques gaseros en la naviera Knutsen, noruega, pero con barcos inscritos en el Registro canario, barcos gigantescos de casi 300 metros de eslora.
Juan B. Costa nació en diciembre de 1942, en Formentera, rodeado de las aguas más bruñidas del Mediterráneo, un lugar, afirma Costa, donde ser marino se respeta y se aprecia tanto como en Inglaterra. Siempre tuve la ilusión de ser marino, me fui de niño a estudiar a Palma de Mallorca. Salí agregado en 1963, mi primer barco fue el MONTE PALOMARES, de Naviera Aznar, en el que estuve enrolado dos años seguidos navegando en tramp entre Europa y América. Dos años seguidos a bordo, hoy los jóvenes, con periodos de embarque de dos o tres meses no pueden imaginar lo que era aquello, aunque he de decir que el MONTE PALOMARES era un buque estupendo con unos tripulantes magníficos. Me desembarqué con los 400 días de prácticas certificadas para hacer el curso de piloto en la Escuela Oficial de Náutica de Barcelona. A los tres meses de desembarcar, en enero de 1965, el MONTE PALOMARES naufragó cargado de grano cuando navegaba de Norfolk, con destino a Barcelona. Murieron 32 tripulantes, sólo se salvaron 6; con muchos de ellos había navegado y me habían enseñado a caminar por la vida y a marear los barcos…

Ya piloto, Juan B. Costa estuvo enrolado en barcos de Castañer y Ortiz, Alvargonzález y Naviera Mallorquina antes de salir a navegar en barcos extranjeros, mejor pagado y con mejores condiciones de vida a bordo.
Pregunta. ¿Cuál fue tu último viaje?
Respuesta. Mi último embarque profesional fue en el CECIL BRASIL, un barco de bandera angoleña, con oficiales españoles y tripulación de Angola, en el que habíamos cargado y descargado en Rotterdam, Casablanca, Río de Janeiro y Lagos. Era el año 1980 y estaba a punto de nacer mi hijo pequeño, Juan. Era el momento de dedicarme a la familia.
P. En esos 17 años de ejercicio profesional, ¿cuál fue la experiencia más interesante o que mejor recuerdes?
R. Un viaje en el CONQUISTADOR, de naviera Alvargonzález, desde Savannah hasta Nápoles, una larguísima navegación con un mar como un espejo. Si hubiera puesto en el camarote un vaso lleno de agua no se habría derramado ni una gota desde que desatracamos en Estados Unidos hasta que atracamos en Nápoles. Fue impresionante.
P. ¿Cuál fue tu primer mando?
R. Me mandaron a Tarragona a hacerme cargo del CALA RAS, de Naviera Mallorquina. El 15 de enero de 1973 me presenté en la Comandancia de Marina para oficializar el cambio de mando y lo primero que me pidieron fue mostrar el certificado de operador de radar. Lo tenía, por supuesto. Pero lo cómico es que el CALA RAS no tenía radar.
P. ¿En qué año obtuviste el título de capitán?
R. En 1969. Le había prometido a mi novia que nos casaríamos en cuanto me sacara el título. Y así fue, me casé con mi novia suiza a las pocas semanas.
Juan. B Costa dejó la mar en 1980. Consciente de la falta de libros para el estudio de la náutica, empezó una febril actividad de escritor de manuales, profesionales y para la marina de recreo. En aquellos años había que estudiar con apuntes, una tarea que se me daba muy bien, yo era muy rápido anotando lo que explicaban los profesores y era conocido entre los compañeros porque les dejaba copiar mis apuntes. Siempre me ha atraído la enseñanza, diría que es mi segunda vocación. Disfruto dando clase y escribiendo libros náuticos.
Los primeros libros los editó una librería de La Coruña, pero rápidamente creó su propia editorial y una Escuela de Náutica que le servía de contraste para mejorar los manuales que editaba. Como el negocio de los libros da muchas satisfacciones, pero poco dinero, durante años, hasta su jubilación administrativa, trabajó como director del puerto deportivo de Formentera y de la naviera Umafisa, armadora de embarcaciones para transportar pasaje entre Ibiza, Formentera y algunos puertos de la Península.

Tengo para mí, sin embargo, que una parte esencial de la excepcionalidad del capitán Juan B. Costa reside en que ha logrado una carrera brillante como marino, escritor, editor, profesor y director de empresas sin dejar de vivir en el paraíso, un logro excepcional que todos soñamos, pero que muy pocos son capaces de alcanzar. Sigue viviendo en Formentera, feliz, con su esposa y su hija, consciente de que tal vez en Madrid, Valencia o Barcelona hubiera tenido otras oportunidades, pero no hubiera saboreado día tras día la dicha y el placer de una vida armónica, pegada a la naturaleza, donde cada hora tiene sesenta minutos y sientes el paso del tiempo sin el agobio ni la angustia de la jungla de asfalto y hormigón. Y además, tus hijos, profesionales del mar en la cúspide de sus carreras, te visitan con frecuencia y colaboran contigo en la tarea apasionante de actualizar el Tratado de Estiba y el Tratado de Maniobra para que sigan siendo obras útiles para la ciencia y la formación de los marinos.