Nos despertamos estos días con la noticia de la retirada de Nissan de Catalunya. Triste y desgraciada noticia que los trabajadores de la empresa se niegan a admitir de entrada y lucharán por cambiar las tornas de la situación.
El marco para el sector del automóvil no es el mejor. Después de despertar, y para desayunar, nos enteramos que Renault va a cerrar fábricas en Francia y reorganizar su producción mundial. Mal asunto para el automóvil.
Malo también, como es natural, para el sector marítimo de esta rama de la industria, los car carriers. Un sector que no lo ha pasado demasiado bien en 2019; pero que se enfrenta a una situación difícil en 2020, y es que en tiempos de desolación como estos, casi lo último que hace la gente es comprarse un coche. Así es que la caída de producción traslada la parte alícuota del problema a los transportistas, en este caso marítimos.
Ya Wallenius, a finales de marzo, avisó y puso entre 10 y 15 buques fuera de servicio, algunos amarrados, otros directamente a la chatarra. NYK (Nippon Yusen Kaisa) de Japón y uno de los principales car carriers mundiales avisa de que el mercado mundial de la venta de vehículos bajará un 20 por ciento al final del segundo trimestre de 2020 y, consecuentemente, disminuirá sensiblemente el transporte. Pero en contrario de lo que se espera con la economía en general, el sector del automóvil no contempla expectativas de una recuperación en el tercer o cuarto trimestre. Habrá de aguardar a 2021.
A día de hoy, hay entre 160 y 180 car carriers, entre el 20% y el 25% de la flota mundial, amarrados. Y varios armadores, entre ellos NYK, tienen intención de remodelar la flota. Remodelar, en este caso, tiene connotaciones desgraciadas para los marinos.
Mal momento para la lírica.