Hay una cosa que separa al hombre del mar del terrícola; bueno, dos. La primera, ya expuesta en otros artículos de este plumilla publicados en NAUCHERglobal, es que para el hombre de tierra adentro estamos todos muy locos. Dejar tu familia, la seguridad de tu tierra, solo sería comprensible si a cambio recibiéramos por ello algo profundo, primario. Al morir pedimos volver a la tierra, ser envueltos por ella. ¿Qué nos lleva a abandonarla por la mar cruel? Difícil entenderlo. Continuemos.
Dando esta verdad por sentada, vamos a la segunda: la mar nunca se separará de ti. No existen los conceptos de ex marinero o marinero emérito. Una vez constatas que por algún motivo tus lágrimas y sangre son saladas, una vez te han bautizado los fríos rociones de la guardia que precede al alba eres de la mar y lo serás hasta el día que zarpes por siempre y te reciba Pedro Marinero, compañero del oficio.
NAUCHERglobal es una revista dirigida al público profesional. Muchos de nuestros lectores pasaron del banco de la escuela a marear un barco, a faenar en un astillero, o a trabajar en un despacho, todos puestos imprescindibles para el negocio marítimo que es la sangre de la economía. Lo sorprendente sería que los dos párrafos anteriores no les tocaran ese corazón que, como es rojo, evidentemente tenemos a babor. Hoy quiero hablar de compañeros en la mar que tuvieron un contacto muy puntual con ella y que siguen, muchos años después, unidos como una piña.
Recapitulemos. Finales del siglo pasado. Olimpiadas en Barcelona. Figo juega en el Barça, los chicos tienen que hacer esa mili que con todos sus defectos era para muchos una especie de Erasmus, una ocasión de ver mundo aunque fuera en formación. Les estoy viendo. Aquellos lectores que la cumplieron conservarán recuerdos buenos y malos, entre los primeros las caras de amigos con los que tanto compartieron lejos del hogar. ¿No le gustaría ahora, tantos años después, darles un abrazo? Si fue infante de marina, su deseo ha sido concedido.
La nostalgia como motor social
Hablamos con el presidente de la Asociación de Veteranos de Infantería de Marina, Alfonso Carrillo.
Quisiera hacerle hincapié en nuestros valores de recuperar aquella amistad, aquella cultura. No cabe aquí la política, y mucho menos la falta de respeto a las instituciones y legislación. Aunque en aquellos tiempos la mujer apenas entraba en las fuerzas armada, todas son bienvenidas en nuestras actividades. En muchas de las visitas nos acompañan nuestras familias, aunque —sonríe— a veces nos tomen el pelo diciendo «otra vez te vas con los amigos». La emoción es muy fuerte al volver al cuartel, incluso a dormir, a encontrar a compañeros que no veías desde que te dieron la blanca. Cuando fuimos a San Fernando, un oficial bromeaba sobre que antes tenían que poner una guardia para que no nos fuéramos, y ahora, para que no nos quedemos.

¿Cómo nace la asociación?
Allá por el 2012 un grupo de veteranos de reemplazo de infantería de marina nos fuimos agrupando en Facebook. Surge la posibilidad de ir a visitar el que había sido su CEIM en Cartagena, pero presentarse como grupo de Facebook, la verdad, desmerecía un poquito. Ya sabe usted cómo somos los infantes de marina: si hay que hacer algo se hace, y así nace el Tercio de Veteranos de Infantería de Marina, que formalizamos en marzo del 2012 en Alicante. A partir de ahí se han ido estableciendo secciones en diferentes ciudades de España, con la sede en Barcelona. Contamos en la actualidad con cerca de seiscientos socios, y el pequeño grupo de Facebook ha ido creciendo hasta los diez mil simpatizantes.
¿Tienen una relación de dependencia con la Armada?
No, ni con ninguna otra entidad. No recibimos ninguna subvención y nos sostenemos con los quince euros anuales de cuota. Dentro de nuestra cultura social no es un problema si un compañero pasa por un mal momento y no le viene bien pagar. Más aún, ha llegado a veces a la asociación la voz de que alguno estaba pasando por un momento de necesidad y hemos intentado con absoluta confidencialidad echarle una mano. Esa piña al cabo de tantos años crea una fuerza maravillosa. Durante la covid pudimos entregar más de nueve mil euros en material sanitario, alimentos, higiene a entidades sociales de Barcelona, San Fernando, Madrid y Canarias, y ayudar en el reparto. Le voy a contar un secreto: Paco Lucha, uno de nuestros miembros fundadores, falleció en 2016. No se le ha dado de baja, pues cada año un compañero anónimo sigue pagando religiosamente su cuota. En su memoria hemos creado un fondo por si alguno de los socios quiere aportar, aunque sea un euro más.
Somos una organización civil con una cultura de solidaridad biográfica muy profunda. De ahí que en ocasiones especiales, por ejemplo, cuando visitamos aquellos cuarteles donde servimos, nos volvemos a poner la boina que llevamos allí y nos presentamos en formación. Y no sabe usted la ilusión que nos hace cuando nos reciben como viejos compañeros respondiendo a nuestro saludo. Solo tenemos agradecimiento hacia la Armada.
Desde 2015 hasta tener que interrumpirlo por la covid hemos organizado jornadas de convivencia para antiguos miembros de infantería de marina en los Tercios San Fernando, Cartagena, Ferrol. Volver a formar, a recuperar la cultura de la Armada es nuestra fuerza y lo que nos diferencia de otras asociaciones de divulgación histórica. Nuestro objetivo es que no se pierda esta historia, transmitirla al mundo actual, pero también ponernos a disposición de la Armada en la medida en que nos es posible. Por ejemplo, aquellos que recientemente visitaron el Juan Sebastián Elcano en Barcelona nos verían orientándoles en la llegada al muelle.

Entonces no se limitan ustedes a reuniones sociales…
Ya le digo, somos infantes de marina –explica riendo. Hemos desarrollado una base de datos para favorecer el reencuentro de aquellos que compartieron reemplazo. También hemos creado el Fondo D. Ramon Alonso, teniente de Intendencia de la Armada y socio de honor a título póstumo del TERVET, para recopilar cualquier tipo de información, sea copia u original, sobre la infantería de marina. Muchas de las fotos o documentos del servicio militar están en riesgo de ser perdidas y con esta iniciativa intentamos recuperar este material para transmitirlo a los fondos de la infantería de marina y la Armada. Mantenemos dos páginas web, www.tervet.es y www.tervet.eu, y editamos una revista trimestral digital, que al año supone unas cuatrocientas páginas.
Alfonso Carrillo nos dice que tiene que preparar la presentación de un libro y una conferencia. La entrevista ha finalizado. El servicio militar obligatorio, la mili, fue derogada en España por decreto de marzo de 2001. A quienes les tocó cumplir esa obligación, que ahora pasan de 45 años, les fuera bien o mal, ¿no recuerdan aquella experiencia personal con una sonrisa?