Cien años (+2, por aplazamiento a causa de la pandemia) es lo que celebraron ayer los consignatarios de Barcelona. La asociación y sus empresas y profesionales son un emblema en el puerto de la capital catalana y una pieza básica y clave en el desarrollo de la economía marítima y, por ende, de la economía de los países. Ayer el recinto de las Reales Atarazanas de Barcelona –dónde mejor- acogió la cena de celebración de este singular aniversario y, también, la reivindicación que hacen los agentes de los buques para que su profesión sea, de una vez por todas, reconocida a efectos legales.

Jordi Tríus, presidente de la Asociación de Agentes Consignatarios de Buques de Barcelona, estaba exultante. Se le veía feliz y sabedor, al mismo tiempo, de lo que representa la entidad para el puerto y su comunidad. Hoy en día, más de cien años después de su fundación (entonces junto a la Asociación de Empresas Estibadoras de Barcelona, que celebrará su centenario en pocos días), los consignatarios no disponen aún de una capacitación profesional regulada de forma oficial, tal como sí poseen otras actividades del ámbito portuario, y tal y como sucede en otros países del entorno. Es una situación anómala por la que deben seguir luchando.
Los consignatarios son responsables de la estancia de los buques en los puertos y, sin buques, no hay puertos. Y, sin puertos no existiría el sistema económico/comercial tal y como lo conocemos ahora. Son profesionales que conforman una clave esencial de la cadena de suministro: portacontenedores, graneleros, metaneros, cruceros, ferrys, grandes yates… pasan por manos de estos agentes y, a día de hoy, prácticamente cualquier persona o empresa puede darse de alta como consignatario sin acreditar capacidad o experiencia. Así lo reconoció Jordi Tríus en su discurso y así se lo reconoce el conjunto de la comunidad portuaria. Falta que el estamento político tome, de una vez, cartas en el asunto e impulse el reconocimiento del colectivo.
La formación que realizan desde la asociación es clave también. La consignación de buques es una gran fuente de ocupación y, además, con perfiles cualificados. Sí es cierto que, generalmente por ingenuidad, el ciudadano –y el joven- de a pie no conoce esta figura. No obstante, actos como el de ayer ponen de relieve su importancia. Y es que, además del reconocimiento de la profesión, los consignatarios requieren la atracción de talento y, también, tender hacia la paridad de género. Ayer, por ejemplo, había muchas más “corbatas” en las salas del Museo Marítimo. Ambos son los retos para encarar el próximo centenario.
Cabe recordar que, actualmente, la asociación está integrada por 42 empresas que dan servicio y representan a más de un centenar de compañías navieras. Sólo en 2021, a pesar de las restricciones, los consignatarios atendieron en el puerto de Barcelona la escala de 7.520 buques.
Un centenario emotivo
Centrados en el acto conmemorativo en sí, fue realmente emotivo. Con el relajamiento de las medidas del Covid-19 (que aún está entre nosotros, cabe recordarlo, para seguir siendo precavidos) la gente tiene ganas de salir y, un evento de este tipo y en un recinto como el del Museo Marítimo, el mayor edificio del estilo gótico civil del mundo, invita a celebrarlo.

Muchas caras conocidas. Consignatarios de ahora y de siempre y presencia también de los máximos representantes de la comunidad marítimo-portuaria: Javier Vidal, presidente de la Asociación de Empresas Estibadoras; Antonio Llobet, presidente del Colegio de Agentes de Aduana; y Emilio Sanz, presidente de la Asociación de Transitarios. Por parte de la Administración pública, entre otros, Ricard Font, secretario general del departamento de Vicepresidencia y de Políticas Digitales y Territorio de la Generalitat; o Julio Carlos Fuentes Gómez, subdirector general de normativa marítima y cooperación internacional de la Dirección General de la Marina Mercante. Ambo tuvieron una intervención en el acto en el que destacaron la profesión y la capacidad de resiliencia del sector portuario.
Y, como anfitrión, el presidente de la autoridad portuaria, Damià Calvet, con buena parte de equipo de ejecutivos del puerto, encabezados por su director, José Alberto Carbonell.
Calvet destacó en su discurso que los consignatarios son los responsables de asegurar la competitividad no ya sólo del puerto sino del conjunto de la economía. El presidente del puerto también tomó consciencia de la necesidad de regularizar oficialmente la profesión y, en este sentido, se comprometió a trabajar en esta línea. Antes de finalizar el acto, el propio Calvet reconoció a la Asociación de Agentes Consignatarios de Buques de Barcelona con la entrega de una reproducción de la figura del “Miraestels”, escultura flotante del artista Robert Llimós, visible en el Port Vell que recogió un emocionado Jordi Tríus en representación de los agentes.
Finalmente, desde la asociación se quiso brindar un especial homenaje a Mariano Sánchez, agente consignatario de Barcelona durante el último medio siglo; a Carmen Aramburu, en su cargo de directora de Sanidad Exterior en Barcelona; y a Carme Franch, que recogió la placa en nombre del fallecido Ángel Montesinos, quien además de una excelente persona y profesional, formó parte de la entidad como presidente y vicepresidente durante años.








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