Dentro de unos meses está previsto que el Ayuntamiento de Barcelona se haga con el control directo de la gestión del Puerto Olímpico, hasta ahora, y desde su construcción en 1992, gestionado por la empresa Port Olímpic de Barcelona, Sociedad Anónima (POBASA). La razón principal es que la alcaldesa, Ada Colau, siente por los puertos una fascinación aversiva (y una aversión fascinante), o algo así, seguramente causada por su incomprensión sobre los oficios de la mar. Ya en su día, antes de arañar en las elecciones municipales el cargo de alcaldesa, la activista Colau estaba metida en una estrafalaria campaña contra el Port Vell que, en claro anticipo de las piedras y pedradas que nos han caído encima en los últimos años, se hacía llamar “Defensem el Port Vell”. Nunca explicaron de qué habían de defender al Port Vell, aunque estaba claro que tenían que apartarlo de la senda pecadora en que se mueven los puertos; en su lugar montaron pancartadas y otras exhibiciones públicas destinadas a entretener al personal con dimes, cuentos y diretes sobre la seguridad del puerto de Barcelona, entre otros, que se dispararía para bien con la desaparición del Port Vell.
La activista Colau todavía recela de las embarcaciones, de los barcos y de los buques, de vela o de motor, para uso personal, social o comercial, a los que atribuye una maldad irremediable: contaminan, llevan turistas y drogas, son cosa de ricos insolidarios, fachas como el tal Cervera (almirante del siglo XIX y una persona muy precoz: facha antes de que se inventara lo de ser facha). De hecho, la alcaldesa Colau sigue anclada en la desconfianza hacia los puertos, comerciales o deportivos (a los de pesca no se sabe), lugares de vicio, ocio, corrupción y negocio, según ha podido saber ella de fuentes generalmente bien informadas. Como es mujer de creencias firmes y pensamiento duro, ha mantenido incólumes sus criterios a pesar de las veces que le han explicado que el mar, los barcos y los puertos son fuente de placer, de cultura, de riqueza, de comunicación y un largo etcétera de bendiciones. Nada que hacer, si lo sabrá ella…
COLAU AL RESCATE
De modo que se le ocurrió que lo mejor era controlar directamente el Port Olímpic el día que descubrió que el Ayuntamiento (¡el suyo!) era el concesionario titular del puerto. Y que el contrato de gestión con POBASA se acababa en abril de 2020. Tras darle muchas vueltas y reunir a las pertinentes comisiones políticas de amigos y comités de políticos afectos, decidieron que lo mejor era entregar la gestión del puerto al engendro municipal llamado Barcelona Serveis Municipals (B:SM), una sociedad mercantil propiedad del Ayuntamiento, cuyo Consejo de Administración está formado por todos los concejales y donde la alcaldesa tiene mucha mano. El engendro sirve igual para un roto que para un descosido. Gestiona los parkings municipales, el parque de atracciones del Tibidabo, el zoo, la grúa municipal o el servicio de bicicletas compartidas (el bicing), entre otros muchos y variados servicios. Lo que le echen. Un fenómeno la tal B:SM., aunque no sé que hubiera pasado de empeñarse la señora en entregar la gestión del Port Olímpic a sus amigos del grupo Proactiva OA.

Ada Colau y Oscar Camps
Hasta el más convencido partidario de la gestión pública sabe, o debería saber, que la empresa privada que gestionaba con éxito el Port Olímpic lo haría mucho mejor, de forma más eficiente y con mayor transparencia, que la empresa municipal B:SM, pero eso ¿a quién le importa? Desde luego, a la alcaldesa y a su cartapacio municipal le da lo mismo. Entre otras cosas, los impuestos sirven para eso, para pagar los caprichos, las ocurrencias y los excesos de la señora alcaldesa.
Así pues, si no lo remedia un milagro, tendremos en Cataluña un puerto gestionado directamente por un Ayuntamiento y al parecer fuera de la jurisdicción del Gobierno catalán, competente en materia de puertos de recreo y deportivos. Una situación anormal de la que pueden surgir problemas, despilfarro y enfrentamiento entre Administraciones. Pero es el coste que hay que pagar para reconvertir un puerto admirable en un espacio de solaz ideológico para la señora alcaldesa, un lugar para el pueblo y para el bienestar de los ciudadanos vulnerables, más vulnerables quiero decir siguiendo el tosco y sin embargo eximio pensamiento de la alcaldesa. Y así vamos por el mundo.