El lema adoptado para el “World Maritime Day” de (Día Marítimo Mundial) este año, “Nuevas tecnologías para un transporte marítimo sostenible”, es ciertamente ambicioso, y se refiere a los retos, que no son pocos, a los que se enfrenta la industria marítima.
A la adecuación de los buques ya existentes a los requerimientos de la OMI para 2023, referentes al índice de eficiencia de los buques ya existentes (EEXI) y a su clasificación en el índice de intensidad de carbón (CII), que obligará a adoptar medidas de calado en los buques actuales; se le suman también que en enero de 2023 comenzará a aplicarse la normativa aprobada por la Comisión Europea acerca del Emission Trading System para la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) que será de cumplimiento para todos los buques que escalen en puertos europeos con un nivel de exigencia en aumento desde enero de 2023. Todas estas medidas de adecuación significan costes.
Diseño de nuevos buques que puedan cumplir con las normas citadas y sean capaces de aproximarse todo lo posible al objetivo “cero emisiones en 2050” en cuyo cumplimiento cada vez hay mayor cantidad de actores de la industria marítima aparentemente comprometidos. Diseño de buques y de aparatos propulsores que puedan consumir los nuevos combustibles: GNL, metanol, amoníaco y, más adelante, hidrógeno, sin olvidar las pilas de combustible y las baterías. No está claro el camino.
El GNL tiene un horizonte despejado, al menos hasta 2030 y bastantes de las nuevas construcciones se diseñan para la utilización de este combustible, o un sistema dual en el que el GNL tiene un lugar preponderante. No resulta igual respecto del metanol, el amoníaco, y no digamos hoy respecto del hidrógeno. ¿Cuál va a ser más efectivo?
Pero los buques que se diseñan hoy van a navegar sin duda hasta 2040 y 2050. ¿Estarán disponibles estos combustibles de manera global en un par o tres años?
Inversión en infraestructura de suministro de combustibles
Respecto de la inversión en infraestructura de suministro de combustibles, se trata de un asunto no menor y de capital importancia. Sin suministro del combustible adecuado no hay buque navegando, y a día de hoy, GNL aparte, nada hay claro respecto a las demás posibilidades, y se hacen necesarias grandes y prontas inversiones en infraestructura para producción, almacenamiento en puertos y suministro.
Tampoco podemos dejar de lado la digitalización de los elementos a bordo y en tierra que se refieren a la industria y la navegación: más inversión o coste.
La progresiva automatización de los sistemas de propulsión y de gobierno de la nave, y finalmente; pero de ninguna manera al final, las tripulaciones: el traído y llevado “bienestar de los marinos” que pretende que los tripulantes de los buques sean tratados como seres humanos en el siglo XXI, navegando en buques adecuados, con las instalaciones preparadas para la comunicación global de estos con su mundo afectivo y el resto de la sociedad.
Retos todos ellos que dan forma a un entorno complejo que va a afectar a la marina mercante mundial en los próximos años. Es de esperar que el día marítimo mundial del año próximo nos ofrezca ya la resolución de alguno de estos llamémosles objetivos.