En un artículo publicado en el número de enero de la revista de Lloyd’s Register (LR), denominada ‘Horizons’, en la página 11, el director global de Negocios Offshore de LR, Sean van der Post, considera que hay muchas oportunidades para cumplir los objetivos de reducción de carbono en el sector de alta mar a medida que la transición energética se hace más urgente, pero la falta de una política clara está frenando el progreso.
En su análisis, considera que con los precios más bajos que hemos visto en los últimos años, el gasto de la electrificación o la CAC (proyectos de captura y almacenamiento de carbono) podrían marcar la diferencia entre los beneficios y las pérdidas. Así, añade que la inversión en estas tecnologías ya no es una cuestión de responsabilidad social corporativa, se trata de tener un negocio sostenible ahora y en el futuro. “Se trata de un cambio de mentalidad que creo que mucha gente todavía tiene que entender”, comenta.
Sean van der Post cree que parte de la reticencia de los gobiernos se debe a que es políticamente más fácil apoyar las iniciativas de energía verde en el clima actual, en lugar de reducir la huella de carbono de las infraestructuras de hidrocarburos existentes. Aún así, señala que “seguimos necesitando la energía del petróleo y del gas y la necesitaremos durante muchos años. Y las energías renovables de diversos tipos no ofrecen una opción energética completa en todos los lugares”.
Responsabilidad gubernamental
En su escrito, insta a adoptar fuentes de energía sostenible que tengan sentido desde el punto de vista comercial, pero, sobre todo después de los resultados de la COP26, “necesitamos políticas que apoyen la transición energética y respalden las decisiones de inversión. Seguimos necesitando políticas a largo plazo que generen crecimiento y éxito empresarial. Los gobiernos tienen que salir de la barrera”.
Van der Post concluye que aumentar la dependencia de las importaciones de energía no es una estrategia prudente por tres razones: Una, la seguridad del suministro energético es un componente vital de una economía sana. Dos, el petróleo y el gas importados pueden tener una huella de carbono mayor que la nuestra. Y tres, la seguridad de los suministros depende de estados amigos y de relaciones internacionales sólidas.
Por tanto, a corto y medio plazo, desde LR se contempla la CAC como una tecnología prometedora, que permite a los gobiernos seguir apoyando a las empresas de petróleo y gas porque la energía producida con este sistema es, en términos de emisiones del ciclo de vida, prácticamente equivalente a las fuentes de energía renovables. Suele reducir las emisiones de carbono en un 80-95%.
Inversión conjunta
Van der Post augura que para emprender la inversión, las empresas tienen que estar seguras de que la CAC es una opción aceptable a largo plazo y no que los gobiernos les digan en cinco años que ya no es una estrategia favorable. “Creo que parte de esta reticencia se debe a que es políticamente más fácil apoyar las iniciativas de energía verde en el clima actual, en lugar de reducir la huella de carbono del negocio actual de los hidrocarburos”.
Desde LR defienden el desarrollo de combustibles de baja o nula emisión de carbono, especialmente el hidrógeno, ya que consideran que ofrecen grandes oportunidades. Aunque la clasificadora reconoce que el mundo necesita urgentemente nuevas tecnologías para reducir la dependencia de la energía con alto contenido de carbono, no lo ve viable si las acciones no van acompañadas de “ modelos de negocio que tengan sentido y que los accionistas, como los fondos de pensiones y otros proveedores de capital, puedan entender y confiar en ellos, no sólo durante cinco años, sino durante medio siglo y más”.
Pese a admitir que el mundo necesitará el petróleo y el gas durante muchos años, LR cree que existen tecnologías para reducir las huellas de carbono mientras, al mismo tiempo, se desarrollan nuevas fuentes de energía neutras en carbono o totalmente ecológicas. En el sector de los hidrocarburos, añade, hay un margen importante para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, descarbonizando el proceso de producción de energía.