Adolfo Utor, cerca de cumplir 59 años, habla con convicción cuando se refiere a Baleària y sobre todo con conocimiento de causa. La broma, la ironía más bien, la deja para cuando se habla de su persona: lo mal que estará el sector naviero en España para que algunos me consideren un referente. La entrevista, de la que ayer publicamos la primera parte, hubo de celebrarse por videoconferencia. Fue una conversación fluida, smart dirían algunos, bastaba dejar caer una cuestión para que el naviero la tomara en sus manos y la explicara con detalle sin ahorrar las consideraciones tangenciales que podían afinar la comprensión. Sin rehuir ninguna pregunta, sin hurtar ninguna respuesta. Le menciono los últimos accidentes de los buques de la empresa.
- Este ha sido un mal año, ciertamente. Ha habido años con muy pocos accidentes, pero en este hemos tenido algunos que podemos calificar de excepcionales. Los hemos investigado todos y cada uno de ellos, profundizando más allá de las causas inmediatas, y sobre las conclusiones obtenidas hemos elaborado un plan ambicioso cuya piedra angular es la formación. La mayoría de los siniestros han sido causados por errores humanos, personal de tierra y personal de mar, y más en concreto por el exceso de confianza. Paradójicamente, el accidente se desencadena no en los momentos y trabajos que conllevan un mayor riesgo objetivo, sino en aquellos más tranquilos donde relajamos la atención. Fíjate en el ejemplo del RAMON LLULL que estuvo durante cinco años haciendo dos viajes diarios al antiguo puerto de Ciudadela, maniobrando en un espacio poco mayor de una eslora, donde el más mínimo error suponía una colisión con el muelle o con los yates atracados enfrente. En todos esos años, el buque sólo tuvo dos accidentes leves que afectaron al buque y otro en el que quedó enganchado con el aparejo de un yate y le causó algunos daños. Nada más. Por el contrario, tuvo dos accidentes de mayor gravedad, uno en Alcudia y otro en Barcelona, dos puertos con magníficas condiciones de maniobra. La complacencia lleva a las distracciones y éstas al accidente. El exceso de confianza es el peor de los consejeros.
El factor humano, ciertamente, muchas veces provocado por fallos o errores organizativos.
- Por supuesto. En el examen de los accidentes y de los incidentes, esos casi accidentes que libraron por los pelos, hemos detectado una pérdida de los valores fundacionales de la compañía, del compromiso de los trabajadores con la naviera, achacables seguramente a la rapidez con la que hemos crecido. Ese crecimiento, que había acaparado las energías de la empresa, había mermado, diluido en cierta forma, el compromiso de los trabajadores, de mar y de tierra. Había crecido entre el personal un cierto desarraigo. El objetivo ahora es recuperar la sintonía imprescindible entre la dirección y el personal, tripulantes y empleados en tierra. En conclusión: hemos de mejorar la comunicación de la flota con la dirección de la naviera, volver a los tiempos en que todos remábamos en la misma dirección porque nos sentíamos partícipes de un gran proyecto. Y hemos detectado también que hemos de hacer un gran esfuerzo en formación. Invertir los medios que sean necesarios. Empezamos en el mes de febrero a poner en marcha esa nueva política. No basta con que los marinos y el personal de tierra tengan los títulos y certificados establecidos por la ley, hemos de ir más allá ofreciendo la formación que no entra en los planes curriculares de los grados y ciclos formativos. A su vez hemos revisado a fondo la política de recursos humanos y hemos establecido la convocatoria de reuniones periódicas de varios días con los capitanes y jefes de máquinas de la compañía para hallar todos juntos soluciones y vías de mejora. Queremos incluir también a los primeros oficiales. Hace poco celebramos una amplia reunión con más de veinte de nuestros capitanes (entre paréntesis, tenemos unos grandísimos profesionales y unas magníficas tripulaciones), abriendo una vía de formación y diálogo que tal vez no habíamos atendido. Tanto la dirección de la naviera como los capitanes asumimos que había una brecha entre ambos que había que coser para mejorar. Observé entre los capitanes actitudes valientes y lúcidas cuando hablaban de accidentes o incidentes que ellos habían vivido.

Digital. Denia 19/9/18 – Adolfo Utor, presidente de la compañia naviera Balearia . – (c) Vicens Gimenez
La relación de los marinos con la naviera parece, desde fuera, uno de los puntos débiles. Recuerdo que en el II Congreso de la Liga Naval, celebrado en Santander en septiembre de 2014, uno de los asistentes le interpeló en público quejándose del trato que había recibido de Balearia cuando estuvo enrolado en uno de sus buques.
- Hemos cometido equivocaciones, sin duda, y reconozcamos también que el personal de mar suelen ser espíritus libres que resultan particularmente críticos, lo que en el fondo quiere decir que no son indiferentes a la marcha de la empresa. La vida a bordo, con una convivencia que puede resultar difícil, es proclive a magnificar los defectos y minusvalorar las virtudes. Todo ello llevó a una pérdida de la cohesión social de la empresa. Y eso es lo que estamos empeñados en solucionar. Hemos de cubrir la brecha de distanciamiento que perciben algunos tripulantes respecto a la naviera. Nosotros tenemos buques en bandera española y otros en lo que algunos llaman banderas de conveniencia, en nuestro caso banderas europeas con una legislación laboral más flexible en el terreno de las contrataciones de personal. No es una cuestión económica. Sostengo que no hay dinero mejor gastado que el que se invierte en el personal de la empresa.
Reconforta escuchar esos propósitos en el presidente de Balearia.
- Analizado las causas de lo que nos ha pasado hemos detectado un enorme deseo de la flota de colaborar y participar en la empresa. Admito que habíamos perdido sensibilidad, creía que no era así, pero estaba errado. Los accidentes e incidentes constituyen una magnífica oportunidad para analizar las prácticas de una empresa. Mirando más allá de las causas inmediatas (si este lo vio o no, si el oficial estaba en su sitio, si el contramaestre interpretó incorrectamente las indicaciones del oficial, etcétera) existen causas más profundas relacionadas con el sentimiento de pertenencia y la implicación con la empresa. En ese trabajo estamos empeñados y tengo confianza en que todo saldrá bien. El futuro de nuestra empresa depende de sus tripulaciones. Hemos de cuidarlas con mayor dedicación.
La firmeza del presidente de Balearía cuando habla de las tripulaciones pone en evidencia que lo ha reflexionado a fondo. Le digo que no tengo más preguntas, olvidando que quería también preguntarle por los criterios que siguen para bautizar los barcos de su flota con nombres de personajes eminentes, los últimos tres mujeres extraordinarias: Hypatia de Alejandría, Marie Curie y Cecilia Payne, que se unen a una colección de escritores, artistas y políticos eminentes: Ramón Llull, Federico García Lorca, Pau Casals, Martín y Soler, Manuel Azaña… Una política bautismal que denota cultura, ausencia de vanidad y, por supuesto, buen gusto.