La firma del Acuerdo Marco del sector de la estiba hace pocos meses (o, mejor dicho, su ratificación por parte de los tribunales) conlleva la firma de los nuevos convenios colectivos en cada puerto. Uno de los primeros fue ayer el de la OEPB, los estibadores de Barcelona que, una vez más y gracias a su relación -próxima- con las empresas operadoras de terminales, aprobaron su convenio colectivo hasta el año 2030, siguiendo las directrices que marcan desde Coordinadora.
El anterior convenio ya había levantado ciertos recelos con compañeros de otros puertos que, quizá, no tienen tanta capacidad de toma de decisión o no están tan bien relacionados… el caso es que los estibadores de Barcelona, una vez más se han desmarcado con un convenio que, al menos en el corto plazo y sin inversiones de importancia previstas por parte de las terminales, les es beneficioso.

La asamblea general de la OEPB cumplió con las expectativas: los poco más de 400 trabajadores que había en la sala aprobaron por unanimidad todos los puntos propuestos por Albert Gil, en su condición de delegado del comité de empresa en el puerto de Barcelona. Se trata, como pasa en la mayoría de estas asambleas, de un mero trámite, ya que las empresas que forman parte de Estibarna ya habían ratificado la ampliación del convenio el día anterior con la connivencia del propio comité.
No obstante, sí cabe reconocer que dentro del nuevo convenio los estibadores catalanes han conseguido asuntos de importancia como contener los costes fijos, acuerdos sobre conciliación familiar, sobre protección a las embarazadas y a la lactancia del grupo cero o mejoras en la formación; puntos todos ellos que son comunes en la firma de cualquier acuerdo laboral colectivo, sea el sector que sea pero no por eso no debe dejar de explicarse. Gil sacó pecho ante el presidente del puerto de Barcelona, Lluís Salvadó, al que agasajaron en la inauguración de la asamblea.
Al nuevo máximo responsable de la autoridad portuaria los estibadores le hicieron llegar su «preocupación» por la finalización de alguna de las concesiones en 2029, firmadas antes de la Ley de Puertos, y reclamaron modificar la legislación para ampliar el tiempo de las terminales, a cambio de inversiones. Saben los estibadores de Barcelona, en todo caso, que el presidente del puerto tiene poca mano a la hora de tomar decisiones que hagan modificar las leyes estatales actuales; pero por pedir…
En marcha la (semi)automatización

Otro tema es qué pasará a partir de 2030, cuando se (pre)jubilen muchos de los actuales responsables del colectivo a escala estatal; y aquí, la apuesta de Coordinadora es clara, al menos para Barcelona, Valencia o Algeciras, los tres grandes puertos del sistema estatal: automatización o, como decía ayer Albert Gil, que “como mucho, fueran como máximo semiautomáticas”.
En el caso de España, los futuros proyectos de Algeciras, las perspectivas de ampliaciones -a largo plazo- en Barcelona, o la apuesta de la terminal Norte de Valencia pasan por la plena automatización, cosa que -lógicamente- agrada a las empresas y deja en mal lugar a los actuales responsables del sindicato mayoritario español. Observaremos con interés qué ocurre en las próximas elecciones al comité de empresa en Valencia, donde ya hace cuatro años Coordinadora perdió su mayoría histórica y donde otros sindicatos (con apoyo internacional y sin directrices «nacionales») se están moviendo en defensa de los puestos de trabajo y en contra de la automatización.
Coordinadora, mientras, crece, pero ya no lo hace en el ámbito de la estiba, que quizá ya no interese tanto tras el último Acuerdo Marco, sino que parecen haberse dado cuenta que su futuro como organización representativa de los trabajadores pasa por los profesionales de base en las empresas de los puertos.