Sin que se lleguen a despejar muchas de las incógnitas que se han creado alrededor de la nefasta invasión por parte del Sr. Putin del territorio ucraniano, y sus malhadadas consecuencias para la economía y la población del país, ya conocemos algunas de las repercusiones que esto va a tener.
Registros cercanos a cero en cuanto al tráfico mercante en el mar Negro, sobre todo después del ataque con misiles a un buque granelero y a otro de productos petrolíferos en aguas internacionales. Podemos fácilmente imaginar que los costes de la cláusula de guerra en las pólizas de seguros van a hacer muy difícil el tráfico en aquella zona, descontada ya la navegación en aguas cercanas a Odessa.
Son de esperar problemas para las mercancías con origen y/o destino en puertos rumanos como Constanza, y los de Varna o Burgas en Bulgaria. El incremento de la tensión entre Occidente y Rusia no hará sino dificultar los tráficos de esos puertos con otros occidentales, máxime después de la declaración de la UE de enviar armas a Ucrania. Menos problemas se ocasionarán en aguas del mar Báltico.
Anotamos que tanto Maersk como ONE y le seguirán los demás, han suspendido los bookings con puertos rusos. Al tiempo, Reino Unido ha suspendido todos sus tráficos con puertos rusos y pronto lo hará la Unión Europea.
Los fletes de los contenedores no deberían subir en las otras rutas –la mayoría, mundiales- y aún menos después de las declaraciones el Sr, Biden acerca de que las subidas continuadas de fletes atentan incluso contra la seguridad de los Estados Unidos. Parece que la administración norteamericana está convencida de proteger decididamente a los exportadores norteamericanos y a controlar a las grandes navieras.
Los combustibles suben, pero habrá que esperar y ver cómo queda la subida en función del precio del petróleo que a día 28 estaba por debajo de los 100 dólares el barril, tanto del Brent, como del West Texas Intermediate (WTI). Todo ello sin dejar de lado que las petroleras BP (British Petroleum), Shell y la noruega Equinor que llevan años con importantes inversiones en Rusia junto a Gazprom y Rossneft, han anunciado la paralización de sus participaciones e inversiones en la industria energética de este país.
Un riesgo adicional que se debe de tener muy seriamente en cuenta, es el de los ciberataques. Sobre todo en las grandes empresas e infraestructuras estratégicas.
Las cosas, en fin, no parece que vayan a mejorar en el breve plazo. Esperemos que el Sr. Putin ceda en su empeño en descabalgar a los “nazis, terroristas, drogadictos, lacayos de Occidente….”, y otras lindezas con las que ha calificado al legítimo Gobierno ucraniano.