El Ministerio de Fomento, al que el Gobierno actual cambió el nombre por el de Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, quizás para que parezca que algo cambia, está estudiando la creación de un organismo de investigación de accidentes marítimos, aéreos y ferroviarios. Desaparecería así la actual Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (CIAIM), creada en 2008 para responder al alud de críticas profundas (y merecidas) por el informe oficial sobre el naufragio del PRESTIGE; y revisada en 2011 para abandonar el modelo de representación territorial. La CIAIM venía a sustituir a la antigua Comisión Permanente de Investigación de Siniestros Marítimos (CPISM), un órgano de la Dirección General de Marina Mercante que carecía de la característica esencial de un organismo investigador con pretensiones de credibilidad y utilidad para la sociedad: que sea independiente del órgano directivo que gestiona los asuntos a examinar.
La CIAIM tuvo la desgracia de nacer con graves defectos. En vez de encomendar la labor a un grupo de marinos e ingenieros navales expertos y doctos en la investigación de accidentes, se fio su composición al nombramiento de organizaciones sindicales y colegiales que apenas si se representaban a sí mismas. En vez de incorporar a un inspector de trabajo bregado en la aplicación del programa Inspecmar, o a un ATLM del Instituto Social de la Marina, el Ministerio se decantó por un meteorólogo o un ingeniero de caminos con nulos conocimientos marítimos; en vez de nombrar a un presidente de la Comisión con prestigio profesional y personalidad demostrada, eligieron a un temeroso funcionario acostumbrado al “sí señor…”. Etcétera. El resultado, a pesar de los investigadores de campo, en su mayoría buenos profesionales, ha sido un organismo burocrático, sin energía, pendiente de cubrir el expediente; un organismo escasamente útil para cumplir el propósito de su creación: investigar a fondo los accidentes y emitir recomendaciones para evitar su repetición. De modo que su desaparición no va a generar grandes lamentos.
Ahora puede nacer una agencia, o similar, de accidentes del transporte. Nada nuevo. Holanda, Finlandia y Suecia disponen de organismos generales que investigan los accidentes marítimos, aéreos y ferroviarios. Pero la mayoría de los países han optado por un organismo específico para investigar los accidentes marítimos. Y, a mi juicio, resulta preferible el modelo del MAIB (organismo de investigación de accidentes marítimos de Gran Bretaña), que el modelo del Dutch Safety Board. Preferible el organismo específico a un cajón de sastre presidido por algún político sin mejor destino.
En todo caso, con un modelo u otro, su funcionamiento ha de ser independiente de los poderes políticos, económicos y sociales, y sus miembros, personas con conocimientos suficientes, honradez probada y personalidad. Esconderse tras el nombre de los colegios profesionales o de asociaciones sindicales que son meras pantallas para el provecho de algunos individuos, sería volver a caer en el error. Si siguen al frente de la división marítima del nuevo organismo los mismos que han utilizado la CIAIM para sus trapicheos y no han aportado nada; si el Ministerio se obstina en conceder credibilidad a colegios muertos como el COMME y a profesiones que poco o nada pueden contribuir al análisis de los accidentes marítimos, el resultado será el mismo de la CIAIM: manifiestamente mejorable.
Sería un gran avance que el Ministerio (señor Ábalos, señor Saura…) entendiera que la división marítima ha de estar formada mayoritariamente por marinos y navales con conocimientos y experiencia, pues su misión será examinar accidentes de buques; y que si han de incorporar expertos de otros órganos de la Administración, estos no pueden ser otros que la Inspección de Trabajo y el Instituto Social de la Marina, los únicos que de verdad pueden aportar valiosas experiencias a la investigación de accidentes. Aprovechen la oportunidad, huyan de la tentación política de colocar a amigos, amiguetes y recomendados por el partido, pues eso no sirve para nada útil, salvo aumentar la incompetencia y la corrupción.