Los puertos españoles y, en consecuencia, cargadores y receptores de nuestro país, no son ajenos a los sufrimientos económicos que ocasiona el desbarajuste en el transporte de contenedores. Bilbao, por la huelga; Gijón, que sufre las consecuencias del parón de Bilbao y no tiene capacidad absorber su tráfico; Valencia, que es nuestro puerto con mayor tráfico de contenedores en importación y exportación, Vigo…
Varios en fin, que están soportando el chaparrón de las acumulaciones de contenedores en la importación, la falta de camiones para poder desarrollar unas entregas en tiempo, los retrasos, la falta de contenedores para la importación, los fletes por las nubes, la falta de concreción por parte de las navieras para confirmar fechas de carga en origen de las mercancías a importar desde Extremo Oriente… Así, ¿cómo se planifica la secuencia de una cadena de suministro?
Los actores (transitarios, representantes aduaneros, transportistas de camión, y, naturalmente, receptores y/o cargadores) ponen el grito en el cielo. Pero la situación, que en este momento no está debidamente controlada, no se va a aclarar durante un tiempo.
Los armadores… ¿felices? No tanto. Desde luego van a terminar el año con unas cuentas de resultados para dar envidia, pero muy desorganizada su estructura de gestión de flotas y viajes. Se han comprado y alquilado muchos buques, de hecho ya no quedan portacontenedores de tipo medio por alquilar y ahora los armadores se dirigen a los mutipropósito para ganar espacio con el que dar servicios a la demanda. Mal asunto cuando todo está desbordado y no parece haber una visión clara del futuro a corto plazo. No queda mas remedio que esperar al Año Nuevo Chino… y que la vacuna de la pandemia abra gradualmente, y no de golpe, las economías.