La recaudación del Ayuntamiento de Barcelona por el Impuesto sobre las Estancias en Establecimientos Turísticos (IEET), que el consistorio barcelonés también aplica a las actividades de los cruceros, supondrá multiplicar seis este importe durante este año y el 2024, según los datos aportados por la asociación internacional de líneas de cruceros (CLIA, en sus siglas en inglés). En este caso, el tributo, a diferencia de los que sucede sobre los alojamientos turísticos, como hoteles y apartamentos, no recae sobre el cliente final, sino que lo asumen las navieras, tal como ha indicado el director de CLIA en España, Alfredo Serrano. Estos datos se han aportado en la presentación del estudio ‘Análisis sobre la evolución de los cruceristas del puerto de Barcelona y simulación sobre la recaudación fiscal asociada a la modificación de las tarifas del impuesto sobre estancias turísticas’, elaborado por los profesores Jordi Suriñach i Esther Vagò de la Universitat de Barcelona (UB) y encargado por CLIA.
El estudio, que se ha encargado de presentar Suriñach, pone el foco en la aportación de los cruceros a la economía de la capital catalana y su impacto limitado, en contra de la postura del consistorio barcelonés, en la masificación turística y en la contaminación ambiental. Suriñach ha indicado que en Barcelona se está produciendo un incremento anual del 3,7% en los cruceristas de puerto base, es decir, los que llegan o salen de la ciudad en su trayecto. La cifra se sitúa casi un punto por encima de los cruceristas de tránsito, aquellos que recalan pocas horas en la ciudad y se encuentran de paso.

Pese a que todavía no se han recuperado las cifras de 2019, que acogieron a 2,2 millones de cruceristas, Barcelona recibió en 2019 a 1,7 millones de pasajeros de cruceros. Suriñach ha destacado que los turistas llegan de forma repartida durante todo el año, ya que, entre los meses de junio y agosto, el periodo álgido de verano, se concentran un 35% de los cruceristas. Además del gasto medio, superior al del visitante tradicional, el estudio detecta un crecimiento del turista procedente de EEUU.
Un 4,1% del total de visitantes
Frente a las críticas sobre la masificación y la congestión que se atribuye a los visitantes que llegan en crucero a Barcelona, Jordi Suriñach ha detallado que tan solo el 4,1% sobre el total de turistas que recibe anualmente Barcelona son cruceristas, lo que supone una media de poco más de 6.500 personas al día. En este sentido, Suriñach ha añadido que “solo durante cinco días entre 2010 y 2019, ha habido una media de más de 30.000 cruceristas diarios en la ciudad de Barcelona”.
CLIA, patronal de la industria de los cruceros, ha minimizado su responsabilidad en el fenómeno de la saturación turística, incidiendo en que solo aportan el 4% de los visitantes. “En todo caso, la saturación se da de forma puntual y localizada”, ha lamentado Alfredo Serrano. “Somos el único medio de transporte que paga el impuesto a los establecimientos turísticos, cuando los estudios demuestran que existe una nula evidencia sobre nuestra contribución a la saturación.

Serrano ha criticado que generando un 4% de los visitantes, las navieras acaben pagando un 13% del Impuesto sobre las Estancias en Establecimientos Turísticos (IEET). Estos cálculos del estudio de la UB encargado por CLIA se basan en las cifras de 2019, cuando previsiblemente a partir del año que viene, el número de personas que recalen en Barcelona se incremente. De esta forma, CLIA ha querido denunciar el beneficio para las arcas municipales que supone el pago que efectúan las navieras y la industria del crucero del impuesto turístico, que se reparte a un 50% entre el Ayuntamiento y la Generalitat de Catalunya.
La base del acuerdo de 2018
Desde CLIA, además de la escasa responsabilidad sobre la saturación, Serrano ha querido resaltar el crecimiento moderado del sector, su liderazgo en la transformación sostenible del transporte marítimo y las posibilidades que aún a día de hoy permite el acuerdo del año 2018 entre el Ayuntamiento de Barcelona, el puerto y la industria crucerística para limitar la llegada de cruceros. Allí se consensuó que la actividad se centrara en siete terminales, situadas en el Muelle Adosado, “lo que estabiliza las escalas de cruceros en torno a unas 800 anuales”.
Respecto al debate sobre las emisiones de CO2 que producen los barcos que llegan al puerto de Barcelona, el director de CLIA España ha insistido en la apuesta verde la industria, aportando una serie de datos. Entre estos, se encuentran que los buques de crucero solo emitan el 0,7% del total de las emisiones y que un 40% la flota mundial ya está preparada para utilizar la tecnología de muelles electrificados que prevé poner en marcha el puerto de Barcelona el año 2026 a través del proyecto ‘Nexigen’.
En la misma área del compromiso ambiental, Serrano ha asegurado que un 20% de las escalas y un 35% de los pasajeros que atracan en el puerto de Barcelona lo hace a bordo de un barco propulsado por Gas Natural Licuado (GNL). Teniendo en cuenta que la falta de recursos hídricos copa el debate social, político y económico de Catalunya durante las últimas semanas, CLIA ha puntualizado que los barcos de cruceros se autoabastecen de agua en un 80% de los casos. Además, el 78% de la flota dispone de sistemas de almacenamiento de los residuos.
Como retos de futuro, Alfredo Serrano ha remarcado la importancia de continuar con el acuerdo que se firmó en 2018, avanzar en el proyecto de electrificación de los muelles y la necesidad de elaborar un plan estratégico que sirva de hoja de ruta para el sector de los cruceros. Aunque las previsiones indican que 2023 finalice todavía algo por debajo de 2019 en la cifra de cruceristas que desembarcan en el puerto de Barcelona, CLIA demanda incrementar la inversión en el desarrollo y la distribución de nuevos combustibles a gran escala. Desde el punto de vista político, reclama que se aporten datos estadísticos desde el rigor, evitando las confusiones metodológicas, como la que supone contar dos veces a los cruceristas, cuando desembarcan y en el momento de volver a embarcar.