Las negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno español y, en este contexto, la negociación entre el PSOE y ERC para el traspaso de la red ferroviaria de cercanías (Rodalies) de la Administración del Estado a la Generalitat (siempre en en caso de que la investidura, como parece, salga adelante) ha vuelto a poner encima de la mesa el debate sobre el sistema de gobernanza de los puertos españoles de interés general en varios foros.
Continúan siendo muchas las voces que hablan de la sobredimensión, centralización o excesiva politización en la cúpula de las autoridades portuarias del sistema español, sobre todo en comparación con el estilo de gestión de los países del entorno europeo. El hecho que haya 28 autoridades portuarias (y 46 puertos de interés general), muchas de ellas a escasas millas de distancia; sumado al hecho que la gestión global de los puertos se realice desde Madrid, continúa generando controversia.
En cualquier caso, cabe cuestionarse si esta percepción es real o, por el contrario, forma parte de una estrategia ganadora. En este contexto, en el escenario mundial, el sistema portuario español ha emergido como un gigante marítimo, superando a muchos de sus homólogos en los países del entorno, al menos en cuanto a conectividad. No obstante, la expansión y la sobredimensión de los puertos de interés general plantean preguntas cruciales sobre si esta estrategia es sostenible a largo plazo o simplemente se trata de una apuesta a corto para consolidar la posición de España como líder en el comercio marítimo.
Lo cierto es que España ha experimentado un crecimiento exponencial en su sistema portuario en las últimas décadas. Puertos como Algeciras, Valencia o Barcelona (con sus diferencias) se han convertido en puntos neurálgicos para el comercio internacional. Esta expansión no solo ha sido cuantitativa, sino también cualitativa, con instalaciones modernas y tecnológicamente avanzadas que pueden manejar altos volúmenes de mercancías y pasajeros.
Las voces más críticas argumentan que esta sobredimensión podría ser un riesgo económico. Otros apuntan a que se trata de una estrategia hábil para competir con eficacia en el mercado global.
En cualquier caso, este crecimiento no está exento de desafíos: una gestión eficiente, la sostenibilidad ambiental, social y económica; o la adaptabilidad a los cambios en el panorama del comercio mundial son cruciales. Además, la competencia feroz entre los puertos europeos exige que España continúe invirtiendo en infraestructuras y tecnologías innovadoras. El desafío radica en equilibrar la ambiciosa expansión de los recintos portuarios con la sostenibilidad a largo plazo. ¿Se puede mantener este ritmo de crecimiento sin comprometer la eficiencia y la rentabilidad, o se debería considerar una estrategia más conservadora para evitar posibles riesgos económicos?
En todo caso, la presencia de 28 autoridades portuarias y 46 puertos de interés general indica una descentralización en términos de toma de decisiones y gestión. Sin embargo esta descentralización coexiste con un sistema centralizado (a través de Puertos del Estado), lo cual puede presentar desafíos particulares.
La comparación con Italia, Francia y los países del Norte de Europa, donde la tendencia ha sido a eliminar autoridades portuarias, resalta una diversidad de enfoques en la gestión portuaria a nivel europeo. La eliminación de autoridades portuarias en algunos casos puede llevar a una mayor eficiencia y coordinación, mientras que la descentralización puede fomentar una adaptación más ágil a las necesidades locales.
En todo caso, los más entusiastas de la gestión centralizada opinan que en el sistema portuario español podría tener ventajas en términos de coordinación a nivel estatal. La clave podría estar en encontrar un equilibrio que permita la eficiencia a nivel estatal sin perder la flexibilidad necesaria a escala local. Nos consta que en ello está Álvaro Rodríguez Dapena con su equipo.
Volviendo a la sostenibilidad a medio y largo plazo en cualquier sistema portuario siempre se depende de diversos factores, y en el caso del sistema portuario español, hay varios aspectos a considerar. Aquí entran a jugar factores como la eficiencia operativa, la competitividad, la sostenibilidad medioambiental, la flexibilidad y adaptabilidad; y la propia gobernanza y coordinación. Hemos intentado realizar un resumen de todas ellas:
- Eficiencia operativa: la gestión eficiente de los puertos, la inversión en tecnología y la mejora continua de los procesos son cruciales para la sostenibilidad a largo plazo. La capacidad de adaptarse a las demandas cambiantes del comercio internacional también es un elemento esencial.
- Competitividad: la competencia regional e internacional es intensa. La capacidad del sistema portuario español para mantener y mejorar su posición competitiva frente a otros puertos europeos será fundamental en los próximos años.
- Sostenibilidad ambiental: la presión para que los puertos sean sostenibles desde el punto de vista medioambiental es cada vez mayor: la capacidad del sistema para reducir su huella ambiental y adaptarse a las normativas más estrictas será esencial para su sostenibilidad a largo plazo.
- Flexibilidad y adaptabilidad: la capacidad de adaptarse a cambios en la demanda, las tendencias del mercado y las políticas comerciales es crucial. La flexibilidad para ajustar estrategias y operaciones será determinante para la sostenibilidad a largo plazo.
- Gobernanza y coordinación: la gestión de múltiples autoridades portuarias y la combinación de descentralización y centralización deben ser gestionadas de manera efectiva. En este contexto, la coordinación y colaboración entre las distintas entidades son y serán clave.
En todo caso, una revisión de la gobernanza, adentrados en una nueva legislatura, podría centrarse en mejorar la eficiencia y la coordinación entre las autoridades portuarias. Si el modelo actual presenta obstáculos para una toma de decisiones ágil y coordinada, se podrían considerar mecanismos de coordinación más efectivos, como, por ejemplo, la decisión sobre las tasas.
Sí cabe resaltar el modelo del Norte de Europa, que muestra cómo la descentralización también tiene sus ventajas, especialmente en la adaptabilidad a las necesidades locales de cada puerto: y es que un enfoque más localizado puede permitir respuestas más rápidas a desafíos específicos de cada región.
La clave podría ser la realización de una evaluación continua mejorada de la efectividad del sistema actual (y no a través de la aprobación de los planes de empresa o inversión o de los fondos compensatorios). Si se identifican áreas de mejora significativas, podría ser justificable considerar ajustes en la gobernanza.
Finalmente, hablar de competitividad del actual sistema frente a otros del entorno es siempre una tarea complicada, ya que existen ventajas e inconvenientes sobre un sistema portuario con decisiones centralizadas y competencia entre 28 autoridades portuarias. Entre las ventajas de la toma de decisiones centralizadas está el elemento clave de la coordinación, que puede resultar más efectiva. A ésta se le puede añadir también la toma de decisiones sobre las inversiones estratégicas, es decir, una capacidad para tomar decisiones a nivel central podría facilitar la realización de inversiones estratégicas a gran escala que beneficien a todo el sistema portuario.
El principal desafío de la toma de decisiones centralizadas está en la adaptabilidad a los entornos más locales. Así, la centralización puede dificultar la adaptabilidad a las necesidades específicas de cada puerto, sobre todo en el corto plazo. Está claro que lo que funciona bien para un puerto puede no ser igualmente efectivo para otro.
Respecto de la competencia entre autoridades portuarias cabe destacar dos puntos: la innovación competitiva según la cual la competencia entre puertos podría impulsar la innovación y la eficiencia, ya que cada puerto busca destacar en términos de servicios, instalaciones y operaciones; pero también el riesgo de fragmentación ante una coordinación no efectiva, en la que la competencia entre autoridades portuarias podría llevar a una fragmentación que obstaculice la eficiencia a escala estatal. Por no entrar en el debate político…
En última instancia, el éxito y la competitividad de un sistema portuario dependerán de la capacidad de equilibrar la coordinación centralizada con la autonomía local y la competencia entre los diferentes puertos (y territorios). La implementación de mecanismos que fomenten la colaboración estratégica y la compartición de mejores prácticas debe ser clave. Además, una gobernanza eficiente y una comunicación clara entre las autoridades portuarias tienen que resultar esenciales para mantener y mejorar la competitividad en el panorama internacional.
¿Vale la pena plantear traspasos en los puertos? Sólo el futuro nos dará las claves.