Al día siguiente, sábado 15, la naviera confirmaba en un nuevo comunicado que la muerte del pasajero y las heridas que presentaba el pasajero que fué trasladado a tierra en helicóptero para ser debidamente asistido se debieron al impacto de una freak wave “en medio de duras condiciones de mar en la parte sudoeste del canal de la Mancha”. El MARCO POLO había salido el 5 de enero de Londres para un crucero redondo con 735 pasajeros, la mayoría británicos.
La causa más probable de la avería que sufrió el PRESTIGE, según probaron durante el juicio los científicos y expertos aportados por la defensa del capitán Mangouras, fue también el impacto de una ola rompiente. A pesar de las pruebas y estudios que los científicos presentaron, muchos abogados interesados en la culpabilidad del capitán del PRESTIGE y en defender la actuación del Gobierno, negaron la existencia de esas olas rompientes y se rieron de “esos inventos de marinos”. Para ellos el accidente del petrolero se debió a que era un “barco chatarra”. A todos ellos les habrá sorprendido y amargado esta noticia. A no ser que reclamen la calificación de chatarra para Cruise & Maritime Voyages (CMV) y para su buque MARCO POLO.