Tarragona, siglo XVIII. Durante la madrugada del 14 de abril de 1787 uno de los patrones de la matricula del Port de Tarragona se hallaba pescando a bordo de su llaut cuándo, según dictan las crónicas de la época, avistó un pez de grandes dimensiones. Parece ser que el gran vertebrado acabó por embestir con fuerza el laúd, que quería hacerse con él, rompiendo redes y ocasionándole algún daño. Pero de éste ya histórico encontronazo, quién salió más mal parado fue el extraordinario pez, ya que con la ayuda de otro laúd y el hábil manejo de gruesos cabos fue capturado y conducido hasta la playa. Más tarde se vendería por 150 reales de vellón.
El animal midió 37 palmos de largo por 17 de circunferencia en su parte más gruesa y pesaría, a ojo de buen botero, unas 300 arrobas. Una descripción de la época nos relata que tenía cuatro aletas y cinco ordenes de agallas. Su piel era de lija y del color de elefante, su boca de “disforme profundidad con dientes sumamente chicos”, sus ojos pequeños.
Pero volvamos a la playa de Tarragona, donde como pasaría hoy día, una curiosa multitud fue congregándose. Desconocían el tipo de animal que tenían enfrente, aunque alguien lo enmarcó en “la especie de los cetáceos”. El asombro por esa captura, no murió en la playa, quizá la del Miracle, y la noticia se fue divulgando en gran manera. El 9 de mayo, el Conde de Floridablanca (1728-1808), manda un oficio al recién nombrado director del Real Gabinete de Historia Natural, Eugenio Izquierdo (1745-1813), dónde le aporta información sobre este singular animal junto a dos dibujos a plumilla, uno del pez completo y otro de su cabeza. A la luz de esta documentación podemos afirmar que estaríamos delante no de un cetáceo, sino de un escualo, en concreto de un tiburón pelegrino (cetorhinus maximus), animal espectacular por sus dimensiones, y a su vez inofensivo ya que sólo se alimenta de plancton, de ahí la boca de “disforme profundidad” de que hablaban las crónicas. En pleno siglo XXI el tiburón pelegrino continua causando expectación cuándo es avistado en la costa, y es que es el segundo pez más grande del mundo.