El desarrollo de las economías emergentes, la estabilización de los países de la OCDE y el crecimiento de la población, unido al consumo energético, conduce a un incremento del comercio, tanto de materias primas como de productos manufacturados. Esta demanda será cubierta, en gran medida, por este medio y modo de transporte.
No es de extrañar que este sector se adhiera a los nuevos objetivos de desarrollo sostenible en donde la política climática y los cambios regulatorios medioambientales fijaran la ruta de las distintas áreas que componen este negocio. Empezando por la construcción naval, que debe ajustarse a los objetivos de conservación de los recursos y protección del medio ambiente abandonando su dependencia y consumo intensivo de combustibles fósiles y remplazando este último por fuentes de energía alternativas con la finalidad de reducir y controlar las emisiones de carbono.
De igual manera las infraestructuras portuarias y de transporte en sus etapas de planificación, toma de decisiones e inversión, necesitan alinearse y trabajar con una visión en común en puntos de interacción como la tecnología de la información, el diseño e introducción de vehículos y equipos más eficientes y ecológicos, contribuyendo así a establecer un sistema que ofrezca mejores servicios consumiendo al mismo tiempo menos recursos.
