
Parece completamente impensable que hoy pueda existir una empresa, un sector económico que dé la espalda a la sostenibilidad; que no disponga de planes que -en mayor o menor medida- contribuyan a reducir su huella medioambiental. Este enfoque, tan imprescindible como incuestionable, no es nuevo para la industria de cruceros que, desde hace lustros, invierte año tras año millones de euros en I+D+I con el claro objetivo de minimizar el impacto de su actividad en el medioambiente.
Fruto de ese compromiso, y a pesar de que sus barcos representan menos del 1 % de la flota mundial, la industria de cruceros lidera hoy la transformación verde del transporte marítimo: no tengo ninguna duda, de que la sostenibilidad -entendida en sentido amplio – siempre ha sido y será la brújula que guíe cada una de las millas navegadas por la industria.
Durante estos últimos años, ha adoptado los principios de la economía circular, lo que supone que hoy se puedan transformar casi el 100% de los residuos generados a bordo. También ha avanzado en la gestión de las aguas desde una triple dimensión: el equipamiento de sus buques con plantas potabilizadoras, evitando así el consumo de los recursos hídricos en los destinos; la instalación de sistemas avanzados de tratamiento de aguas residuales (equiparables a las mejores instalaciones en tierra) y la apuesta por iniciativas destinadas a recuperar el calor residual para generar agua potable y calefacción.
Y, ¿ahora? Sin duda, la próxima década estará marcada por la descarbonización con dos hitos en el horizonte: reducir en un 40% (vs.2008) las emisiones de carbono para 2030 y llegar a emisiones netas cero en 2050. En este sentido, es crítico continuar avanzando en el proceso de electrificación – tanto desde la vertiente del equipamiento de los buques como de los puertos- y en el desarrollo de combustibles alternativos de manera que sean seguros, viables y estén disponibles de forma generalizada.
El éxito en esta empresa mayúscula pasa por la involucración activa de los gobiernos y los representantes políticos, quienes deben fomentar la investigación y asegurar el desarrollo adecuado de las infraestructuras: estamos ante un reto compartido.
Más allá del capítulo medioambiental, la industria ha evolucionado en esta última década, sentando las bases del futuro. Dejando al margen el paréntesis provocado por la pandemia, el número de viajeros a nivel mundial ha continuado creciendo, reflejo de su potencial y hemos asistido a una especialización de la oferta (opciones para toda la familia, solo adultos, cruceros temáticos, expedición, lujo y super lujo…). Además, los buques se han convertido en destinos, el programa de entretenimiento a bordo ha pasado a una categoría superior y el uso de las nuevas tecnologías ha llegado a bordo para quedarse.
No quisiera concluir sin abordar la sostenibilidad social, la interacción de la industria con los destinos, intensificada más si cabe en los últimos años: es extremadamente importante que trabajemos de la mano de los puertos y ciudades para impulsar un modelo de turismo sostenible, que permita maximizar los beneficios que aporta la industria a la vez que garantizamos la experiencia de los viajeros.
Tras la travesía por el desierto de los últimos años, la industria afronta el futuro con optimismo, con una hoja de ruta clara y siendo más que nunca consciente de que la sostenibilidad forma parte de su pasado, presente y futuro.

Alfredo Serrano
Director
CLIA España
Descargue el Dossier especial del 10º Aniversario de NAUCHERglobal en este enlace