El comandante del servicio de guardacostas de Tuticorin, Anand Kumar, dijo el domingo que “ la detención del buque y sus ocupantes, de nacionalidades británica, estonia, ucraniana, e india, continuaría hasta que se presente la documentación requerida”.
“De momento se sigue esperando la documentación”, dijo Kuman a Reuters. “El buque fue detenido el viernes por la noche. Se les aseguró a las autoridades indias que se recibiría la documentación una hora después de la detención, pero 24 horas después el capitán continúa sin presentarla”. AdvanFort no ha dado explicación alguna al caso.
Estando el puerto de Tuticorin al oeste de Sri Lanka, próximo a la ruta del tráfico comercial marítimo entre Asia y Europa, no parece del todo extraño que de vez en cuando recale por aguas indias, por las razones que sean, algún barco dedicado a trasbordar guardias de seguridad desde la permisiva Sri Lanka a buques mercantes en ruta al Europa, vía Canal de Suez, y viceversa. Por el contrario, sí sorprende que la autoridad marítima de India, al menos en el presente caso, no detenga a un buque que no es de pasaje, ni haya sido ni pueda serlo, y que navegue por sus aguas con 25 pasajeros. No parece que el Convenio SOLAS les otorgue ese margen de maniobra, dado que el Capítulo V, Seguridad de la Navegación, se aplica a buques a partir de 150 GT.
De modo que el ahora renombrado SEAMAN GUARD OHIO, antiguo patrullero de pesca japonés KAIO MARU, de 394 GT, 46 metros de eslora, 7,3 metros de manga, construido en 1984, debería disponer de, entre otros, un certificado de dotación mínima de seguridad sustentado en los principios de la Resolución IMO 890, en el que SIERRA LEONA acreditase que el buque hubiese efectuado pruebas de abandono de buque satisfactorias conforme al capítulo III del Convenio. “Tampoco Italia acreditó tal extremo, con diligencia y rigor, respecto al COSTA CONCORDIA”, podrían contestar. Pero esa es otra historia.