El práctico danés hizo una declaración touts azimuths, es decir que aceptaba que el buque estaba en mal estado cuando le preguntaban los abogados del Estado o el fiscal, y confirmaba que el buque estaba en perfectas condiciones para navegar y maniobrar cuando era interrogado por los abogados de la naviera, del capitán o del jefe de máquinas del PRESTIGE. Al final de su interrogatorio quedó claro que sus manifestaciones sobre el estado del buque fueron meras impresiones, propiciadas por las fotografías y documentos que le mostraron los abogados del Reino de España en el proceso de Nueva York (Holland+Knight, cuyo abogado principal para el caso fue Brian Starer), fotos y documentos que versaban sobre la situación del buque en los días previos a la reparación de astillero que efectuó en Cantón en 2001. O sea, humo de pajas. La impresión que dejó el práctico Thuessen entre los presentes cae en la zona brumosa de los testigos-armario, capaces de llevar a su declaración a un lado u otro en función del mejor postor.
Witse Huisman ofreció una imagen mucho mejor, más serio, más profesional, sin apenas contradicciones. No aportó nada que no se supiera de antemano, pero su testimonio no deja lugar a dudas. De haber refugiado el buque en aguas abrigadas se hubiera evitado la catástrofe. El fuel de la carga se hubiera trasvasado a otros buques y el PRESTIGE hubiera burlado el naufragio. Confirmó las órdenes de alejar el buque que le dieron las autoridades españolas; confirmó que el RIA DE VIGO y los hombres de Tecnosub, contratados por Sasemar con dinero público y en teoría trabajando para los servicios públicos de salvamento, estaban a su servicio como parte del equipo de salvamento; confirmó que ya a las 18 horas del 13 de noviembre le llamaron de su empresa para que se preparara, lo que quiere decir que a esa hora, a menos de tres horas del origen del siniestro, Smit Salvage ya tenía claro que iba a hacerse con el contrato de salvamento del PRESTIGE; remachó que cuando embarcó en la madrugada del día 15 venía una mar tendida del noroeste que hacía sufrir de forma intensa la estructura del buque, obligado a seguir un rumbo que se daba de bruces con esa mar de fondo: y confirmó también que no congenió con Mangouras, el capitán del PRESTIGE, con quien apenas pudo entenderse.
Comentario aparte merece la actuación del fiscal, Álvaro García, y en menor medida, del abogado del Estado, Javier Suárez. El fiscal García se dedica a perder el tiempo con preguntas absurdas, ridículas, idiotas me atrevo a decir, y desde luego completamente innecesarias y sin sentido. ¿A qué conduce preguntarle a Huismans el número de páginas que tiene el informe de Smit Salvage que figura en el sumario? ¿Con qué propósito insiste en interrogar sobre si esperaron al personal de Smit en el aeropuerto y quien vino a esperarles? ¿Tratan acaso de quemar a los testigos o apurar su tiempo para evitar los interrogatorios de las otras partes? ¿O se trata simplemente de que el proceso les viene muy grande y andan perdidos y sin rumbo? ¿Malicia procesal o simple lost in traslation?