El también subdirector general de Estrategia y Comercial del puerto de Barcelona y vicepresidente de la International Association of Ports and Harbours (IAPH), entre otros cargos, ha sido nombrado junto a Eamon O’Reilly (Irlanda ), y Annaleena Makila (Finlandia), que serán vicepresidentes de la ESPO.
En declaraciones del propio presidente, «espero que podamos continuar por este camino, explicar a los responsables políticos de la UE cómo funcionan los puertos, compartir nuestros conocimientos y nuestra experiencia y convencer a los responsables de la toma de decisiones que los puertos de Europa trabajan. Estoy feliz de contribuir a este trabajo durante los próximos dos años y me gustaría dar las gracias a los miembros de ESPO por darme este voto de confianza».
La elección de García-Milà coincide con la publicación del informe anual de la ESPO 2014, que describe las actividades de la organización durante el año pasado. Una copia del informe se puede descargar desde este enlace (en inglés).
La ESPO, fundada en 1993, representa los puertos marítimos de la Unión Europea (UE), defiende los intereses comunes de sus miembros y ejerce como interlocutor de los enclaves ante la Comisión Europea. Los más de 1.200 puertos marítimos de los 22 estados miembros de la UE con línea de costa canalizan el 90% de todo el comercio de mercancías de Europa. Además, para estos enclaves pasan más de 400 millones de pasajeros al año, tanto en servicios de ferry como de crucero.
La principal misión de esta organización es influir en la política común de la UE con el objetivo de reforzar el sector portuario europeo como elemento clave de la cadena de transportes, con mayor seguridad y eficacia, y en condiciones de poder operar en un mercado liberalizado en el marco de una industria competitiva y sostenible.
La estructura de la ESPO se compone de una oficina permanente en Bruselas, una asamblea general, un comité ejecutivo y seis comités especializados en diversas áreas de la actividad portuaria.
Los dos períodos de presidencia de Santiago Garcia-Milà coinciden con el proceso de revisión de la política europea de puertos, que define nuevos objetivos y regulaciones para el sector portuario, y que se inició con la publicación en mayo de 2013 de la propuesta para parte de la Comisión de una nueva Ley de Puertos. En este sentido, ha sido aprobado recientemente por el Consejo Europeo un primer acuerdo donde queda de manifiesto que todavía hay un largo camino por recorrer para asegurar la autonomía de los puertos y la igualdad de condiciones entre todos los puertos europeos para asegurar la competitividad de la economía de Europa. En los próximos meses el Parlamento Europeo reiniciará las discusiones para llegar a un acuerdo definitivo.
Sobre este aspecto, el reelegido presidente ha explicado que «los últimos dos años fueron muy difíciles para la ESPO, con la nueva propuesta de regulación portuaria sobre la mesa, y el desarrollo de un nuevo marco de política de las redes transeuropeas de transporte. En ambos casps, la ESPO ha tenido éxito -a pesar de la diversidad de sus puertos- en la toma de una posición sólida».
Así pues, uno de los principales retos de este segundo mandato de García-Milà pasa por conseguir unos instrumentos de gestión comunes y equivalentes para todo el sistema portuario europeo a través de la flexibilidad y autonomía de gestión de los puertos para contribuir a la generación de valor y competitividad a las empresas europeas.
Paralelamente, la ESPO también trabajará para fortalecer la colaboración entre los actores involucrados en la nueva Red Transeuropea de Transportes (TEN-T). Una vez aprobada la nueva red TEN-T en diciembre de 2013, se ha abierto el periodo de adjudicación de fondos comunitarios a los proyectos considerados prioritarios.
El objetivo de la ESPO es el de asegurar una buena implantación y que los corredores incluyan las prioridades con más Valor Añadido dentro de una estrategia multimodal, garantizando la conectividad de los puertos con la red principal de transporte (accesos viarios y ferroviarios ), el desarrollo de las terminales intermodales interiores, la supresión de cuellos de botella y la eliminación de barreras, tan infraestructurales como de gestión, que permitan mejorar sustancialmente la competitividad de los pasos fronterizos.