Las respuestas del foro no se hicieron esperar. Tony Lind preguntaría a sus tripulantes si conocían el nombre de los compañeros de los otros departamentos a bordo, ligando la preocupación por la seguridad al conocimiento empático de cuantos conviven a bordo; y añadió que también les pediría que le explicasen, en sus propias palabras, la finalidad de las listas de revisión (checklist) y que lección habían obtenido del último ejercicio o simulacro realizado. En el mismo sentido se pronunciaba Tim Crowch: “Yo les haría una pregunta muy simple, ¿cómo definirías la seguridad?”
Christopher Connor plantearía las siguientes cuestiones: ¿Qué harías si vieras a bordo una actitud o una situación insegura? Y en último término, reunidos en grupo les preguntaría sobre quién es responsable de la seguridad a bordo. “Dudaría de quien no levantara la mano inmediatamente”.
Chris Young les preguntaría si se sentirían tranquilos y cómodos presentando ante los oficiales a bordo o ante los directivos de la naviera un problema de seguridad o un incidente que ellos conocieran. Cualquier respuesta negativa indicaría que tenemos a bordo un serio problema. En la misma línea, Charles Spence, proponía acabar con los códigos de silencio que a menudo reinan en los buques e implantar un sistema de comunicaciones abiertas. Si no conseguimos un clima de dialogo leal en el organismo buque, la seguridad a bordo se resiente profundamente. Spence terminaba su intervención recomendando la máxima al respecto de Henry Ford: “No busques la falta, busca el remedio; nadie puede quejarse”.
Para algunos foreros, la cuestión a debate no tendría mucho sentido. Opinan que más que preguntar habría que observar o /y debatir en grupo casos concretos. Cusrow Minocher-Homji no haría pregunta alguna. Reuniría a la tripulación y les diría: “Ladies and gentlemen mi preocupación por su seguridad y la preocupación de sus familias es verles llegar a sus casas sanos y salvos y no en un traje de madera”. Esto, concluye Cusrow, resulta un potente motivador si los oyentes entienden que la seguridad ha de ser una preocupación prioritaria y solidaria a bordo de un buque.
Alan Carney abría al debate una nueva senda. ¿Qué podemos hacer hacer para mejorar la seguridad?, se preguntaba. Pues muy sencillo: A bonus for no accidents. James Crawford respaldaba y ampliaba la escueta intervención de Carney. El dinero manda (money talks), decía Crawford, y mostraba su propia experiencia de conseguir un buque y una tripulación plenamente involucrada en la seguridad a bordo, no obstante la mezcla de nacionalidades, culturas y valores, por el simple método de recompensar a la tripulación por cada inspección de Port State Control (Memorandum de Paris, Tokyo, Coast Guard…), superada con éxito. Este sistema de bonus a la dotación le resultaba a la naviera mucho más beneficioso que hacer frente a las consecuencias de una larga lista de deficiencias detectadas por la inspección.
Invito a los lectores, muchos de ellos con experiencia en la gestión de la seguridad a bordo, que expongan su opinión desde el foro abierto al final de este artículo.