Mucho se ha dicho acerca del conflicto laboral de la estiba en el puerto de Bilbao en el último mes, y no sorprende que estando el PNV protegiendo sus intereses, se conozca ampliamente la versión patronal y poco de lo que los trabajadores opinan.
Me gustaría de manera breve describir el contexto del problema.
En 2016 se abrió un proceso liberalizador en España vía Real Decreto, que fue rechazado en primera ronda por todos los partidos políticos del arco parlamentario a excepción del PP y del PNV. En segunda ronda y tras un acoso mediático arrollador y unas buenas concesiones económicas para partidos políticos catalanes, el PP sacó adelante su reforma incompleta y llena de flecos pendientes, que dejaba el sector de la estiba (uno de los más productivos para las arcas públicas del Estado) patas arriba.
Los trabajadores quedaron en un limbo jurídico, sin saber quiénes eran sus empleadores y si mantendrían los puestos de trabajo. Se les dijo que podrían negociar la subrogación de sus empleos por la vía convencional (negociar en convenio) pero cuando lo hicieron, la Comisión de la Competencia (CNMV) denunció los acuerdos alcanzados de manera sistemática bajo amenazas de multas millonarias.
Y los años seguían pasando en mitad de una inseguridad jurídica tremenda y los trabajadores pusieron el 10% de la masa salarial encima de la mesa para que las empresas les asegurasen el mantenimiento del empleo.
En el puerto de Bilbao, el acuerdo se alcanzó in extremis, a punto de cumplir los plazos marcados en Real Decreto para la adecuación de la antigua sociedad de estiba (participada económicamente en accionariado por las cuatro empresas estibadoras, a saber CSP -Cosco-, Bergé, S.L.P. y Toro y Betolaza.). Aquí la negociación fue especialmente larga y enconada y fue necesario ampliar las rebajas de costes salariales (incluida la congelación salarial desde 2012).
Quedaron puntos importantes pendientes de discutir, pero era necesario acortar la negociación para entrar en el plazo marcado por el Real Decreto y por eso el plazo del convenio firmado, terminaba en prácticamente la misma fecha en la que se estaba firmando (2019), obligando a las partes a seguir sentadas a la mesa.
Para la parte social era importante dar una salida de estabilidad a 100 trabajadores eventuales, que llevan doce años con contratos de día, pero de manera continuada. Ningún trabajador con una media de 15 contratos al mes (cuando no han sido más) debería ser considerado eventual después de 12 años.
De la misma forma era importante negociar un sistema de descanso efectivo, que regulase los problemas que han llevado a que la empresa deba, de media, más de 80 días de descanso a cada trabajador de plantilla, sin posibilidad de disfrutarlos por falta de personal.
Para sorpresa del Comité de Empresa, y habiendo negociado una reducción de más del 10% de la masa salarial en el 2019 a cambio del mantenimiento del empleo, vía convenio, en 2020 las cuatro empresas estibadoras deciden levantarse de las negociaciones.
Las tareas comerciales no forman parte del servicio básico de manipulación de mercancías, pero la ley permite que sean negociadas en cada puerto, como ocurría en Bilbao. Pero la patronal decidió a primeros de año que subcontrataría con empresas eventuales esos servicios comerciales.
Se levantó de la mesa negociadora y actuó de manera unilateral, lo cual nos lleva a la situación de conflicto. Por el camino se sucedieron provocaciones y desplantes en los sucesivos intentos de negociación, hasta que tuvimos la sensación de que convocábamos una huelga inducida por la patronal. Querían llevarnos a este punto.
La huelga se planteó de manera progresiva, con paros cortos en los turnos y espaciando las protestas en el tiempo con intención de abrir espacios a la negociación. Pero los días se sucedían sin interlocución empresarial, obligando a los trabajadores a incrementar la dimensión de la huelga.
Los medios de comunicación, han mostrado las largas colas de camiones a la espera de ser descargados o cargados en las inmediaciones del puerto, mientras los conductores tienen que padecer horas o días sin acceso a servicios públicos, perdiendo viajes y dinero cuando la pandemia y la crisis económica aprieta a todo el mundo. De la misma manera, muchas fábricas que dependen de la mercancía del puerto sufren retrasos en las entregas de materia prima. Entiendo perfectamente su indignación y la comparto. No hay derecho a que ustedes estén en esas condiciones por culpa de la ambición de los patronos y de la autoridad portuaria.
Lo que no se cuenta es que cuando las estibadoras contrataban 14 grúas en turno de mañana y 14 en turno de tarde para dar abasto al tráfico de mercancía de contenedores, llevan desde el comienzo del conflicto contratando 8 grúas en turno de mañana (sin turno de tarde) y en servicios mínimos (al margen de la huelga). Ha habido días en los que los camiones entraban a cuentagotas en la terminal, porque sólo había abierto un acceso de entrada de todos los que tienen.
No cuentan que no hay ni un solo estibador contratado al levante de mercancía general (bobina, chapa, acero…) porque la patronal decidió subcontratar el servicio con personal de ETT inexperto e insuficiente
Por el camino la patronal ha jugado a enfrentar a los trabajadores, utilizando a los más débiles (el personal eventual), amenazándoles con no volver a contratarlos. Durante 15 días dejó en casa a más de 100 trabajadores, reduciendo la plantilla disponible para servicios básicos, lo que redunda en los problemas de abastecimiento del trabajo diario.
El PNV ha pregonado a los cuatro vientos los males del puerto de Bilbao, lo perjudicial que son los estibadores para el comercio, cuando no hace ni dos años, nos ponían como ejemplo de productividad.
Decía que estamos en una huelga inducida y decía que la patronal está hinchando los efectos de la huelga con el objetivo de provocar una injerencia política en la negociación, porque lo cierto es que, si se sientan a negociar solos, no tienen nada que hacer ante un colectivo unido.
Los trabajadores respetamos las reglas del juego y de la negociación.
La patronal necesita que la policía les haga el control de accesos; necesita inflar los pedidos de personal para colocar a toda la plantilla en los servicios mínimos; necesitan despedir y contratar y volver a despedir y amenazar al eslabón más débil (los trabajadores eventuales); necesitan que el PNV les ayude en [algunos] medios de comunicación, necesitan poner a la opinión pública en contra de los trabajadores… y necesitan todo eso, porque están perdiendo la lucha obrera.
Por último, me gustaría aclarar que el real decreto del PP, que dejó el sector de la estiba patas arriba y acabó con décadas de estabilidad, desreguló únicamente la parte que afectaba a los trabajadores.
Las mismas cuatro empresas estibadoras que hoy día se desentienden del convenio colectivo en el puerto de Bilbao y quieren precarizar el trabajo, seguirán haciendo uso en exclusiva del suelo público por medio de concesiones a 40, 50 o 60 años, impidiendo el libre acceso de cualquier empresa que quisiera hacer negocio como estibadora.
Es curioso que ese punto se olvide una y otra vez cuando se habla de monopolios y cuando se habla de competencia del mercado.
Esos periodos concesionales, significan que cuando tú y yo estemos muertos, ellos seguirán ahí. Pero el problema, son los trabajadores, aseguran.
Txomin Sokoy
Pseudónimo de un estibador del puerto de Bilbao
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