La ESMA, con sede en Lisboa, fue creada por el Reglamento del Parlamento y el Consejo europeo 1406/2002, de 27 de junio, como respuesta al siniestro del ERIKA (diciembre de 1999), en una respuesta típica de los políticos europeos. Incapaces de resolver los problemas de seguridad marítima que plantean las banderas de conveniencia y las inspecciones a la carta, crean un nuevo órgano burocrático, superpuesto a las Administraciones de los países miembros y solapado con ellas. Una fuente de gasto en gran parte inútil que alimenta la burocracia europea, encantada con la ilusión de que así se mejora la seguridad marítima.
El cuantioso presupuesto de la ESMA para 2013 se consume en gastos de personal, 20.735.000 Euros para 213 trabajadores, es decir casi 97.500 Euros por cabeza; gastos en inmuebles y funcionamiento administrativo, 4.329.500 Euros, un gastos excesivo, un despilfarro se mire como se mire; y algo más de 32,5 millones de Euros en unos gastos de funcionamiento de más que dudosa eficacia.