O sea, que supuestamente el barco ya habría navegado unas 1.200 millas, desde el norte de Dinamarca, con la pretensión del capitán de continuar en ruta a destino. No obstante, Muñoz, se guardó para sí este transcendental supuesto acaecimiento, del que no consta reseña alguna en el sumario del caso.
Otros testigos, pilotos de los helicópteros y los capitanes de las embarcaciones movilizadas al respecto coincidieron en sus declaraciones acerca del derrame de fuel en la fase inicial del siniestro, observado por ellos. Descrito como mancha “densa” de unas 5 millas de largo y 300 metros de ancho, proyectándose hacia la costa. Lo cual, estimando un espesor medio de 6 mm, daría como resultado de una mancha de unas 16 toneladas de fuel a la deriva.
En concreto, el capitán del SERTOSA 32, Jesús Calvo Figueroa, manifestó que «Tarde o temprano [las manchas] irían a tierra». Otra parte, el piloto del Helimer Galicia, Evaristo Álvarez declaró que “es lógico que [las manchas] fueran hacia tierra”.
Todos ellos sabedores de que el mar no actuaría como una central química que iría lavando el fuel, como había defendido días atrás el exdirector general de la Marina Mercante, López Sors.
De “hilero que salía del costado” calificó el capitán del Alonso de Chaves la fuga de fuel, quién dijo haber recibido la orden de SASEMAR Fisterra de “tirar hacia el suroeste” (el día 16), pero sin “un destino”.
Por su parte, el patrón del Charuca Silverira utilizó el término “uniforme” para definir la proyección de la mancha.
Francisco Guerrero, el piloto del helicóptero de la Xunta, cargó contra el capitán, el jefe de máquinas y el primer oficial del petrolero, al manifestar que “ni obedecieron ni colaboraron en el remolque”, corrigiendo al alza al fiscal en la imputación al capitán Mangouras de negarse a tomar remolque, en respuesta a las órdenes de la Autoridad, vía SASEMAR Fisterra. Este piloto es el mismo que en una grabación en la tarde dia 13 de noviembre de 2002, mientras está salvando a los tripulantes del petrolero, profiere soeces insultos, irreproducibles por simple educación, contra quienes decidieron quedarse a bordo.
Francisco Muñoz Corrales, piloto de helicóptero, afirmó no haber puesto en conocimiento de SASEMAR Fisterra su observación de “una grieta o agujero” en el casco del “PRESTIGE”, al declarar “nos dedicamos a la gente, no a la mancha”.
El entonces capitán del remolcador CHARUCA SILVEIRA, declaró que el petrolero “podría partirse” dadas las condiciones “adversas” de mar y viento. Esta unidad, impropia por sus limitaciones técnicas para la operación de salvamento del PRESTIGE, permaneció deambulando en la zona desde el 14 hasta el 19, día del hundimiento del PRESTIGE, sin lógicamente intervenir en intento alguno de establecimiento de remolque. No obstante, facturó sus servicios, se supone que con ell visto bueno de Marina Mercante. Nada nuevo para el órgano y el propietario, ya en el siniestro y pérdida total del CASÓN (diciembre 1987) se utilizó el REMOLCANOSA 5 con idéntico fin.