Esa escena resume bastante bien el tenor de la declaración del ex Capitán Marítimo de La Coruña cuando le interrogaban los abogados, digamos, incómodos. Del Real, cuya entereza durante los interrogatorios fue realmente notable, esquivaba las preguntas con un cerrado “no sé” o un altanero “esa es su opinión, la nuestra era otra”. Por ejemplo, ante la espectacular disparidad entre su declaración de que el rumbo que el subinspector Díaz Regueiro le marcó, por orden superior, al capitán del PRESTIGE era “el mejor para proteger el costado dañado del buque”, y el informe del capitán holandés de Salvamento, Huysman, de que tal rumbo “era el peor posible”, el señor del Real, displicente, se limita a responder que bueno, él tenía su opinión y nosotros la nuestra, como si la cuestión fuera así de banal y discutible.
Ángel del Real sostuvo como pudo la versión oficial del siniestro, a saber: buque en muy mal estado, capitán que desobedece y se niega a coger el remolque, y decisión de alejar el buque para tener más tiempo para recoger el fuel de la carga en la mar. Ante las preguntas de los abogados/as Trepat, Rodríguez Docampo, Zabaleta y Ruiz Soroa, la película se tambaleaba peligrosamente y era en esos momentos cuando el testigo echaba mano de su repertorio sobrado y socarrón, a saber: no sé, no me consta, es su opinión, nosotros lo veíamos de otra manera, etc.
Quedó claro en el interrogatorio, sin embargo que:
- La desobediencia del capitán fue un gran malentendido, puesto que como demostró la conversación grabada, documento irrefutable, el capitán Mangouras nunca desafió ni desobedeció la orden de tomar remolque.
- El malentendido y consecuente obsesión de las autoridades en contra del capitán y la tripulación del petrolero no tuvieron efecto alguno sobre la toma de remolque. El supuesto retraso no fue tal, puesto que hasta que el buque estuvo adrizado, merced al acierto del capitán de compensar la inundación de estribor con el lastrado por gravedad de los tanques de babor, no era posible dar remolque. Cuando existió esa posibilidad, ya se había firmado el LOF, con cláusula Scopic, entre el armador del PRESTIGE y Smit Salvage, para quien trabajaba, como así consta de forma fehaciente, el remolcador, supuestamente público, RIA DE VIGO.
- La decisión de alejar el buque se tomó en barbecho, con meras impresiones de quienes pasaban por el lugar de los hechos. Del Real confiesa que, por lo que a él respecta, no tuvo en cuenta el excelente historial de seguridad del PRESTIGE y el hecho de que hubiera estado desde su construcción clasificado por una de la sociedades de clasificación más importantes del mundo. Extremos que desmienten el mantra extendido por las autoridades españolas, hace poco lo repetía de nuevo el presidente de la Xunta, en funciones, de que el buque era chatarra flotante.
- Lo del Organismo Rector, el Cecop y los demás nombres que se han barajado para encubrir una gestión del siniestro, caótica, desorganizada, personalista y confusa, quedó claro que no hay por donde cogerlo. Así del Real, acorralado por los clamorosos silencios de las escasas actas existentes del fantasmagórico Organismo Rector, donde por ejemplo no se recoge la orden de alejar el buque, decisión clave en la desastrosa gestión del accidente, acaba por reconocer que “lo importante no está en las actas”.
- Como afirmó de forma razonada y contundente el abogado Santiago Zabaleta, hubo una terrible fractura entre la realidad y lo que percibieron, imaginaron y concluyeron las autoridades marítimas, de modo que del Real acaba confesando que, en efecto, de haber sabido que la desobediencia del capitán fue un malentendido (un malentendido que nadie se tomó la molestia de comprobar, aunque esa era su obligación, ya que el supuesto desafío del capitán del PRESTIGE era, literalmente, increíble), él nunca hubiera puesto la denuncia ante la Guardia Civil, origen del penoso proceso que estamos padeciendo. “Si hubiera sabido la realidad, no hubiera firmado la denuncia”, del Real dixit.