El pasado viernes tuvo lugar un fórum virtual sobre el Puerto Olímpico de Barcelona organizado por el grupo de whatsapp ‘Desayunos itinerantes’. El conferenciante era el actual director del puerto, Antoni Roig, quien durante algo más de una hora explicó los cambios y proyectos que el Ayuntamiento de Barcelona pretende acometer para que el puerto se abra a la ciudad; o en el lenguaje a la moda colau, sea más participativo.
El Ayuntamiento que preside la señora Ada Colau tuvo la idea de quedarse con el Puerto Olímpico aprovechando que el contrato de gestión que el alcalde Maragall firmó con la empresa Pobasa finalizaba su vigencia en 2020. Conocido el escaso respeto de la alcaldesa y su equipo por los puertos deportivos y el mundo náutico en general, evidente en la campaña que montaron contra Marina Port Vell entre 2009 y 2011, la gente del sector se preguntaba a qué, para qué, ese afán del Ayuntamiento.
La respuesta más probable tal vez sea la más simple: el ansia de controlar al precio que sea una instalación conocida y apreciada por los ciudadanos; y de paso, despojar a una empresa del negocio exitoso que, vamos a ver, representaba la gestión del Port Olímpic. El negoci para ellos, los conseguidores de votos.
Escribí hace meses (NAUCHERglobal, 5 de abril de 2020) que, tras apropiarse del puerto, el Ayuntamiento presidido por Ada Colau, con el apoyo de la rama catalana de Podemos y el Partido Socialista de Cataluña, pondrá en marcha una campaña propagandística en la que vincularán la toma de poder del Port Olímpic con las reformas de su estructura y de su funcionamiento. Hemos asaltado el puerto para que funcione mejor, dirán, al servicio de los ciudadanos y del deporte y del medio ambiente y de bla bla bla. Los políticos suelen ser pésimos empresarios, pero unos linces vendiendo arena en el desierto.
La discreta conferencia de Antoni Roig (https://www.youtube.com/watch?v=Vi_phxeKHe4), me viene tristemente a dar la razón. Pasemos por alto los errores que revelan el escaso conocimiento de la materia. La gestión y proyectos expuestos por el nuevo director del Port Olímpic no aportan nada nuevo y real a la gestión y proyectos que proponía el ex director del puerto, Joan Guitart, en nombre de Pobasa. Al contrario, los planes que estos presentaron al Ayuntamiento eran más ambiciosos, mucho más económicos y más realistas; y estaban fundados en una comunicación y dialogo amplio y profundo con los usuarios e interesados en la náutica. Pero, como demostró la intervención de Antoni Roig, los designios del Ayuntamiento para el Puerto Olímpico vienen en una cháchara envolvente tomada de las peores prácticas de la Academia y de los usos de la psicología esotérica: ejes por aquí y por allá (el eje ciudadano, el eje de la náutica, el eje deportivo…), que a su vez engloban otros ejes, subejes, metaejes y ejes menores; líneas de actuación participativa; gestión al servicio de la ciudad y de los ciudadanos y ciudadanas. Etcétera. Y dinero, mucho dinero, este sí, público.

Una palabrería sonajero (como diría Juan Marsé) que apenas disimula que el control del enclave por los políticos colocados en Barcelona Serveis Municipals (B:SM, el engendro instrumental del Ayuntamiento) será peor, mucho peor, más caprichoso y arbitrario, y más caro, mucho más caro, que la gestión de una empresa cabal. Como dijo la vicepresidenta del Gobierno español, el dinero público no es de nadie, así que podemos gastarlo sin tino. No me extenderé en ello porque las pruebas son abundantes y bien conocidas. Un relato que, aunque confuso, resulta atrayente por la cantidad de términos seductores que utiliza: el puerto estará ahora al servicio de los ciudadanos; será participativo y democrático; trasparente y público, entregado al interés general y al bien común; y cosas así.
En realidad, nada de ello es cierto, son sólo palabras, la especialidad de los políticos y de sus asesores. Los emprendedores, las personas con ideas, ánimo y valor trabajan y crean. Hablan a través de sus obras. Tal vez deberían pensar que este tiempo exige también el adorno de palabras y conceptos que los políticos actuales han convertido en baratijas de feria. Hagas lo que hagas, califícalo de democrático, independiente, diáfano, ecológico, sostenible y comprometido con, lo que se te ocurra. Sin olvidar que el propósito principal es público y para todos y todas. Nadie te pedirá cuentas si no lo consigues. Escucha el discurso de los políticos; mira las ocurrencias de Ada Colau y de sus regidoras de confianza. Ahí están.
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