Del escritor y poeta, y marino, Francisco González hemos hablado en diversas ocasiones desde esta plataforma informativa. Un escritor ambicioso que pugna por salirse de los caminos trillados en busca de fórmulas narrativas diferentes, de enfoques novedosos y de andamiajes literarios arriesgados. El resultado no siempre es el esperado. Como todo innovador, Francisco González no siempre ve la luz en la inmersión en lo desconocido, de modo que a veces el deseo supera la realidad.
Francisco González añade a ese afán de escritor una característica que lo convierte en personaje de otra época, esa en la que resultaba usual afilar el lápìz y construir un poema más que digno para glosar cualquier evento; esa época que tal vez hemos perdido para siempre por mor del tuiteo de las palabras contadas y el olvido sistemático de la costumbre de leer algo más que el correo electrónico.
Hombre maduro, pasada tiempo ha la barrera de los 65, a Paco González le sale del alma y de la amistad escribir sentidos poemas cada vez que fallece un colega de profesión, un compañero de estudios náuticos o un compañero con quien ha navegado. Poemas que combinan la nostalgia con el elogio y la memoria con la tristeza.
En documento anexo tiene el lector el último poema de Paco González, dedicado al amigo José María Ibañez Gall (amigo también de quien esto escribe; compartimos las clases en la escuela de Náutica de Barcelona). He preferido dejar el original como lo ha construido el autor, con la foto y los versos que encabezan el hermoso poema (No puedes evitar que la memoria/ humedezca en silente condolencia/ los mercantes recuerdos fondeados), y la referencia final, casi de firma, de la Hermandad de la Gloriosa Chusma, un coro del que Francisco González fue compadre y ahora es hermano.
Documento adjunto
Poema de Francisco Golnzález a José María Ibáñez Gall (Chemari)
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