Evadir impuestos no es siempre percibido como una actitud antisocial y mucho menos criminal. En circunstancias extremas, cuando se producen abusos impositivos crueles por parte del poder establecido, los rebeldes fiscaleshan podido gozar de la admiración de sus conciudadanos: Robin Hood, por poner un ejemplo prudente, lejano y promonárquico. La acción activa contra las tasaciones fiscales multiintencionales también pueden generar un halo de romanticismo como el que podía rodear al contrabandista pirenaico que pasaba tabaco y salvaba vidas (y sí, también los hubo que, arteramente, no las salvaron)O, por no olvidar ese pellizco de emoción no culpable y rejuvenecedora que supone ‘pasar’ sin declarar un cartón de más en nuestro viaje turístico.
Pero dicho lo anterior, existen actividades defraudadoras fiscales con el propio país que no tienen ningún tipo de romanticismo, sino todo lo contrario, se trata de insolidaridad innecesaria y rancia de los económicamente fuertes que, muchas veces parece que es bien vista entre la mal llamada ‘élite’ y la legión de aspirantes vocacionales a ese status. Como sabemos, las palabras no son inocentes, por ejemplo: la idea de ‘paraíso’ nos sugiere algo positivo y deseable. Es por eso que, ahora, para combinar con el término ‘fiscal’ muchos abogan por utilizar la palabra ‘guarida’ o ‘escondite’ (también, sumidero) porque guarida fiscal o escondite fiscal explican mejor que ‘Paraíso Fiscal’ el concepto que se quiere definir.
Cuando hablamos de refugios fiscales nos estamos refiriendo a países independientes(también algún territorio) que crean legislación fiscal atractivamente laxa y, muy importante, suficientemente opaca que, además de atraer el dinero negro, atrae el llamado ‘dinero sucio’, es decir, el procedente del crimen organizado, las drogas, el tráfico de armas y de personas y la corrupción política. En fin, todas esas actividades que hacen que nuestro hermoso planeta tenga esos 1.000 aspectos revulsivos e inhumanos que nos afectan diariamente.
Resumiendo, en los refugios fiscales como dios manda, el dinero negro se puede “blanquear” y el dinero sucio se puede “lavar” y todo esto, bautizado así, puede sonar a “ecológico” si se lee con la guardia baja.
La figura de los pabellones de conveniencia
Como las palabras no son inocentes, insisto, si el país que se implica en esta especialidad lo hace con ‘gracia´ (supervisiones aparentemente suficientes), nadie lo tachará de refugio fiscal, aunque así estén clasificados, sino de Centro Financiero Regional,como se denomina a Hong Kong y Singapur o, ya puestos, a Holanda. En el mundo marítimo, la figura gemela a los refugios fiscales es la de los llamados pabellones de conveniencia. Matriculando sus barcos bajo esas banderas, un armador pagará menos impuestos y tendrá, además, menos controles operativos y medioambientales que, precisamente ahora, son más necesarios.
Pero, donde la decisión empresarial, -hasta este punto, fiscalmente insolidaria con su país de origen y moralmente insolidaria con el planeta- pasa a ser indecente y censurable es porque los tripulantes de esos buques, las personas que viven y trabajan a bordo, quedan desprotegidas en sus derechos laborales, a la vez que pueden ver peligrar su integridad física porque, en muchos casos, se han enrolado en buques inseguros por ausencia de las inspecciones y de los controles (técnicos y profesionales) reglados. Tanto en la lista de los países que se promocionan como refugios fiscales como en la de los pabellones de conveniencia, existen niveles: de los grises (‘espabilados financieros’) al negro más reprochable.
En nuestro Mediterráneo, la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte, la muy activa ITF, acaba de declarar la guerra a los pabellones más indecentes, es decir, a aquellos países que, jugando a ingresar dinero fácil, acogiendo a los armadores más mezquinos, han llegado a los niveles más bajos de desvergüenza legislativa y dejadez supervisora.
Como no podía ser de otro modo, son los que, en los últimos tiempos, han acumulado más incidencias relativas a inseguridad laboral, impagos de salarios y abandono total de las tripulaciones. Consecuentes con lo anterior, hace muy pocas semanas, los inspectores de ITF han iniciado una intensa campaña de controles en puerto centrada en los buques de las banderas de: Palau, Sierra Leona, Islas Cook y Togo. El objetivo final es inmensamente noble: expulsar a los peores armadores subestándar de nuestro Mediterráneo. No están solos, ya que las administraciones francesa y croata apoyan la iniciativa.
Ayudemos nosotros también a ITF.
P.S.
Puristas del nombre de las cosas e implicados en el objetivo anterior están pensando proponer que la llamada lista negra de los pabellones de conveniencia (el tramo peor en la especialidad) cambie su nombre por el de Registro de Armadores Tramposos y Anti Sociales porque consideran que su acrónimo (‘Ratas’), define mejor el ‘concepto’.
