Entrando de lleno en la charla –amena, bien explicada y con importante presencia de compañías y asociaciones y entidades relevantes del segmento empresarial- Tió ha querido destacar que se precisa realizar un cambio real de estrategia para posicionarse internacionalmente y reforzar la competitividad del empresariado.
Alejo Trullàs, director del Clúster Náutico de Barcelona ha hablado de la sectorialización de los clientes: por un lado están lo que, en un guiño a los asistentes, han denominado ‘Manel’, grupo que configuran aquellas personas con conocimientos marítimos, que suelen tener embarcaciones de menos de 24 metros de eslora amarradas en las proximidades de sus primeras o segundas residencias, y que dejan poco margen de beneficio pues, por ellos, entran en competencia muchas empresas, que rebajan costes, y cuentan –generalmente- con unos niveles de especialización bajos. Es el perfil que más abunda.
Por otro lado, están aquellos clientes que buscan su primera experiencia en la navegación y que suelen dejar los temas técnicos en manos de profesionales. Son los que han denominado ‘Brad&Angelina’. Un perfil de clientes de mayor poder adquisitivo que van hacia las grandes esloras a través de contratos de chárter (son claves las mejoras conseguidas en los últimos meses), y se mueven por puertos capaces de atenderles con infraestructuras acordes a sus necesidades y que como criterio buscan despreocuparse y disfrutar del viaje. Para esta tipología de consumidores en Barcelona existen pocas empresas, pero con un perfil de especialización elevado, por lo que el margen de negocio es mayor.
Muchos pensarán que son los menos, pero nada más allá de la realidad. Según los datos mostrados, en 1991 en el mundo había aproximadamente un millar de embarcaciones de recreo con eslora igual o superior a los 24 metros. En la actualidad existen unas 5.000 y el Mediterráneo acoge a cerca del 70% de esta flota.
La facilidad en la entrada y salida de los puertos a la hora de realizar las maniobras, la simplificación de la burocracia, y la excelencia en los servicios (tanto de I+D, como de aprovisionamiento, como en el entretenimiento y las opciones de ocio para tripulaciones y clientes, o la cualificación del personal de tierra) son las claves para competir en este jugoso mercado.
Así al menos lo entienden desde el Clúster Náutico de Barcelona que ve, en la Ciudad Condal y su entorno, un futuro referente en el Mediterráneo, según destacó Toni Tió. Para ello ha remarcado la necesidad de crecer a nivel formativo y de know-how, dando prioridad a las empresas que ya están aquí instaladas, pero sin desdeñar la posibilidad de captar a otras interesadas en entrar en el mercado catalán.
Un turista normal tiene un gasto diario en Barcelona de aproximadamente unos 75 euros, el turista ‘Manel’ hace un mayor gasto, unos 140 euros. Pero la clave está en ‘Brad&Angelina’ que pueden dejar 450 euros al día. De hecho, el gasto anual por alojar a un yate de 55 metros de eslora puede sumar cerca de 3 millones de euros, sin duda una cifra apetecible y una generadora de empleo y recursos.
El Clúster Náutico, sin desaprovechar a ‘Manel’ (al que el mayor desarrollo y conocimiento le otorgará también innumerables beneficios) quiere ir acercándose al mercado de ‘Brad&Angelina’. En este sentido, el impacto de los grandes yates en Barcelona actualmente está en una horquilla de 18 a 30 millones de euros y, “si somos capaces de buscar la excelencia, el impacto económico en la ciudad podría rondar los 178 millones de euros”, afirmaba Tió.
Por lo pronto la ciudad dispone de puntos de atractivo para esta tipología de clientes: por un lado la marca: Barcelona es un destino turístico de moda. Pero, más importante es la capacidad y el calado de su puerto, la ubicación de las marinas deportivas, la cercanía del aeropuerto, o el hecho de contar con un astillero que es la referencia mundial en la reparación y adecuación de esta tipología de yates: MB92.
Sin embargo, para acoger a esta tipología de cliente son necesarios varios cambios, todos ellos relacionados con la formación y el I+D: mayor cualificación de los profesionales, formación para las tripulaciones, homologación de las titulaciones (parece que se lograrán estas mejoras antes de verano) o la mejora del nivel de idiomas extranjeros, fundamentalmente del inglés.
El Clúster Náutico de Barcelona ha creado para ello cuatro grandes áreas en las que las empresas y entidades interesadas pueden trabajar: formación, promoción, oportunidades de negocio y entorno. Sobre estos cuatro grupos, el próximo 3 de abril se realizará una puesta en común de las necesidades que han surgido en lo que será la tercera reunión pública de la entidad.
El objetivo, en cualquier caso, es situar a Barcelona en el mapa internacional del sector náutico, desplazando a otras áreas del Mediterráneo.