Las nucleares no se quieren perder la “fiesta” que puede suponer la inversión necesaria para desarrollar nuevos combustibles que se acerquen a los objetivos de “cero emisiones en 2050” que progresivamente van calando en la opinión pública internacional.
Ya tenemos remolcadores nucleares rusos operando en el Ártico y, en su momento, al mercante americano SAVANNAH que durante los años 60 navegó por medio mundo. Botado en 1962, como buque mixto de carga con capacidad para pasaje, su periplo marino duró cinco años. Incluso hizo una escala en Barcelona el 25 de noviembre de 1964. Pero sus altos costes y otros factores lo retiraron de la actividad. Iniciativas similares en Japón también fueron finalmente desestimadas
A día de hoy, la empresa norteamericana Terra Power, propiedad de Bill Gates, se ha aliado con otras compañías nacionales y la desarrolladora nuclear inglesa Core Power para construir un reactor nuclear basado en la utilización de la técnica de “sal fundida” (Molten Salt Reactor o MSR) de dimensiones reducidas y capaz de equipar a un mercante mediano, con una pila de combustible nuclear que duraría toda la vida del buque, 30 años, sin tener que repostar combustible en diferentes puertos, con los ahorros que ello supondría. Los promotores califican esta energía así obtenida como la única limpia posible, y mientras se fabrican los reactores necesarios para equipar a la marina mercante mundial ofrecen un periodo de transición en el que los reactores MSR se implantarían en tierra para producir energía eléctrica limpia que sirviera para la obtención de amoníaco o hidrógeno verde que serian utilizados como combustible de transición. Los mismos promotores califican la energía nuclear producida por las nuevas generaciones de reactores MSR como muchísimo más seguras, limpias y las únicas que garantizan una descarbonización completa. No obstante, de los riesgos inherentes a la fisión nuclear no dicen gran cosa.