La triste historia de su hundimiento por la catastrófica gestión del accidente, obra de unas autoridades con mucha soberbia, escaso entendimiento y nula cultura marítima, es bien conocida por los lectores. También es bien conocida la patraña del patriotismo económico que los portavoces del Gobierno pusieron en circulación desde primera hora para encubrir los errores. El capitán del PRESTIGE, Apóstolos Mangouras, fue la primera víctima de esa superstición que pretende que había que culpar y condenar al capitán para que el Tesoro público pudiera recuperar el dinero gastado en la limpieza y recuperación del litoral dañado por el vertido contaminante.
Todo eso lo saben bien los lectores de NAUCHERglobal, de modo que vayamos a la situación actual del larguísimo proceso penal que de forma harto imprudente y necia puso en marcha el gobierno cuando acusó a Mangouras de una serie de delitos falsos e imposibles. La sentencia del tribunal de la Audiencia de La Coruña fue recurrida ante el supremo que dictó una insólita resolución fundada en retorcer los hechos hasta que Mangouras saliera culpable. El Tribunal Supremo no tuvo reparo alguno en saltarse un principio fundamental del derecho, que obliga a escuchar al reo antes de condenarlo, para aumentar la pena impuesta en su día al capitán del PRESTIGE. En apelación, como era de esperar, el supremo rechazó el recurso de Mangouras.
Esa sentencia del supremo ha sido recurrida por la defensa del capitán Mangouras ante el Tribunal Constitucional, alegando la flagrante violación del derecho de defensa que establece la carta magna española. Todavía no sabemos si el constitucional admitirá a trámite el recurso, pero el hecho de que sólo prospere el uno por ciento y que sigue en el aire la desvergüenza del patriotismo económico, ahora envuelto en una pringosa razón de estado, permite anticipar el rechazo del Tribunal Constitucional a entrar en el asunto. Dirán que no presenta suficiente sustancia para que el fatigado tribunal se ocupe.
Así que habrá que acabar en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con sede en Estrasburgo que, menos intoxicado por la razón de estado, un agujero negro cuya misión principal es convertir a las personas en carne de cañón, muy probablemente fallará a favor del Mangouras, inocente de cualquier delito. Pero eso, como pronto, tendrá lugar allá por el año 2022 o 2023, cuando a todos los interesados en esta historia, a quienes sigan en pie, les importe una higa el final. Más de veinte años habrá durado la ignominia, mucho tiempo incluso para el temple de un marino como Apóstolos Mangouras.
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