Estamos rodeados de monopolios, más o menos encubiertos bajo grandes palabras (seguridad, servicio general, orden público, etc.), condenados a disponer de mecanismos rigurosos que impidan cualquier práctica monopolística y a velar sin tregua por el cabal cumplimiento de las leyes antimonopolio.
En el puerto de Barcelona, un terreno de juego económico extraordinariamente dinámico, hemos soportado, y aún hoy soportamos, situaciones de privilegio empresarial que encarecen los servicios con el único objetivo de velar por sus detentores. Innegables son los esfuerzos de la autoridad para corregir esa deriva, e innegable también la lentitud en su aplicación práctica. Por eso, hemos de felicitarnos y aplaudir sin reservas el fin de cualquier situación de monopolio.
La sociedad Mooring&Port Services nació hace un año para romper la exclusividad del servicio de amarre de buques que existía en Barcelona. No resulta nada fácil enfrentarse a un monopolio, que utilizará todos sus contactos, toda su influencia y su capacidad económica para ahogar al osado competidor. Esta empresa intentará que las autoridades administrativas paralicen, o al menos retrasen, la autorización necesaria para que la nueva competidora pueda actuar; el monopolio reventará los precios para que el competidor muera de inanición; presionará a los clientes para que eviten la tentación de migrar hacia la competencia. De modo que sobrevivir a esa apuesta requiere mucha voluntad, toneladas de inteligencia, un buen equipo y unos mínimos apoyos de empresas e instituciones que no se dejen amedrentar.
Mooring lo ha conseguido. Ya ha pasado el primer año de vida, el más difícil. Felicitémonos de su éxito y animemos a sus artífices, y a las autoridades pertinentes, marítimas y portuarias, a perseverar en la consolidación de un marco de competencia en el sector del amarre de buques.