Mil años de mar, el libro, cayó en mis manos por la amabilidad de Eugenio Ruiz, marino y periodista que se acercó a la redacción de NAUCHERglobal por si podíamos aportarle alguna ayuda en su propósito de escribir la historia del sextante al GPS contada por los marinos, es decir cómo los profesionales vivimos y procesamos la revolución tecnológica que, como pasa siempre, los contemporáneos no sabemos valorar, no obstante sufrir de lleno sus consecuencias.
De no ser por esa afortunada casualidad, tal vez no hubiera llegado siquiera a tener noticia de este libro, editado por el propio Círculo Marítimo, bajo la supervisión de los socios Carlos Navarrete Trigueros y Vicente Gómez Navas. Sigamos con los libros albergados en “Mil años de mar”.
JOSE AMADO REGADERA
Radiotelegrafista, madrileño, nacido en 1934, una de esas vidas ricas en historias, sucesos, avatares y anécdotas, cada una de ellas merecedora de un relato corto, por lo menos.
Tras cinco años en petroleros, Amado entró como operador de la costera de Casablanca y de ahí pasó a la Compañía Marroquí de Navegación, finalizando su vida profesional en la más socorrida de las navieras nacionales: Trasmediterránea, líneas cortas, buen ambiente profesional (salvo excepciones), cercanía y comunicación fácil con las familias y salario garantizado.
En ese recorrido, José Amado vivió de todo, aunque sólo cuenta algunas anécdotas. El viaje en el SEABIRD manteniéndose a base de maicena. La llegada a Suez el 26 de junio de 1956, la fecha en la que Gamal Abdel Nasser, a la sazón presidente de Egipto, declaraba la nacionalización del canal, hasta ese momento en manos de compañías inglesas y francesas. La huelga del TORRES contra una compañía insensible y codiciosa y contra la oficialidad alemana del buque. La experiencia en directo del terremoto de Agadir. Los viajes con peregrinos a La Meca en el ATLAS y en el MAURITANIE. Etc.
Al final, ya digo, Trasmediterránea (1972-1992), y la merecida jubilación.
ENRIQUE BIANCHI RUIZ DEL PORTAL
Malagueño, aunque nacido en el 42 del pasado siglo en Tetuán. Capitán en buques de Trafrume y, tras un paso fugaz por la malhadada Sociedad de Gestión de Buques (SGB), jefe de personal/inspector de Frigo Lines, para acabar de práctico en el puerto de Málaga (1990-2010).
Enrique Bianchi comparte con sus colegas “un pequeño cuento, de la serie ‘La mar y la familia’, escrito en la década de 1980”. Se trata de un relato en dos actos o escenas. En la primera, la esposa y la hija de un marino embarcado añoran y sufren por la ausencia del marido y del padre. En la segunda, el marino, acodado en la borda mientas contemplaba la misteriosa inmensidad del mar, la misma noche que su hija grita ¡papá!, oye la voz de su hija que le llama. El primer oficial, amigo del capitán, le aconseja: “…coges a la niña, la sientas en tus rodillas y le dices: Mira… oí tu voz cuando estaba lejos, muy lejos, en medio del Océano, tu voz que me llamaba y, por eso, he venido antes a verte”.
MANUEL FERNÁNDEZ CÁNOVAS
Malagueño, nacido en Granada, “patrón de yate, de los de vela, y enamorado del mar”, doctor ingeniero de construcción y catedrático emérito de la Universidad Politécnica de Madrid.
A los siete años su padre le llevó a conocer el mar, como a Aureliano Buendía su padre le llevó una mañana a conocer el hielo al inicio de la inolvidable “Cien años de soledad”. Sus aventuras de yates, sobre todos las del YAMILA, resultan de enorme valor marítimo, dentro de lo que es la náutica de recreo.
Al finalizar sus memorias, Manuel Fernández reproduce el conocido poema de Alberti: El mar. La mar. El mar. ¡Sólo el mar! ¿Por qué me trajiste, padre, a la ciudad? ¡Por qué me desterraste del mar? En sueños, la marejada me tira del corazón. Se lo quisiera llevar. Padre, ¿por qué me trajiste acá?