Inicialmente, se pensó que los gobiernos a cambio de exponer a trabajadores y empresas a la competencia internacional, instalarían sistemas novedosos de protección social. Pero, desafortunadamente, hoy día algunos gobiernos emplean la globalización para justificar su inacción y desvaríos, ya que si amplían las políticas sociales –estiman- el país perderá competitividad; razón por la cual, los trabajadores de las economías más globalizadas han abandonado sus tutores tradicionales; sobre todo, los socialdemócratas, por partidos antiguos que prometen lo que pareciera única política alternativa de momento: el socialismo y/o comunismo disfrazado de nacionalismo proteccionista, redentor de los males sociopolíticos y socioeconómicos que agobian a toda nación.
La globalización se ha convertido en un demonio útil, sobre todo para quienes rigen el destino de algún país tercermundista, pues hallan conveniente azuzar el miedo a un dragón terrible que nos devorará a todos, de no entregar a las doncellas o a los trabajadores industriales del lugar. Y, quienes pretenden gobernarlo, necesitan un enemigo feroz, cuan “san Jorges”.
Sólo nos salvará nuestra capacidad para construir consensos multipartidistas que fortifiquen el estado de bienestar y la democracia.
En cuanto a logística de transporte marítimo, conexa a la globalización, aseveraríamos que las tendencias del transporte marítimo y del desarrollo portuario en el contexto del comercio mundial, en virtud de la dinámica cambiante de ambos, inciden sobre el crecimiento y expansión de los puertos, por lo que resulta muy importante efectuar análisis detallados sobre tales aspectos, así como de sus características actuales, ya que brindan el marco de referencia a partir del cual se realizarán las reformas portuarias en América Latina y el Caribe. Y, constituyen alternativas categóricas de su desarrollo a futuro.
Isaías A. Márquez Díaz