Formentera Mar inaugurará en unos dos años (18 meses desde el inicio de obras) su nuevo recinto (ver información relacionada), una infraestructura pensada para la náutica de recreo, pero generadora, a su vez, de riqueza, puestos de trabajo, impulso a la economía y motor para el desarrollo de una industria muy tocada por la crisis en los últimos años.
La puesta de la primera piedra representa este afán de los responsables políticos y -sobre todo- civiles de crecer en un marco de sostenibilidad… y que consolidarán a la ciudad como un punto clave de la náutica a escala internacional, con aproximadamente 750 amarres de todas las esloras para esta práctica deportiva y de recreo, y con cerca de 23.000 metros cuadrados más de zonas de estancia y paseo para la ciudadanía y los turistas.
Sin duda, esta es la principal lectura que puede realizarse. La ciudad está volcada en el segmento marítimo más cercano al ciudadano, como se ha podido ver últimamente con la primera piedra de las nuevas instalaciones del muelle de Pescadores (ver información relacionada), el Clúster Náutico, la mayor apertura y el éxito de este año del Salón Náutico, o la próxima inauguración de la renovación de Marina Port Vell de la mano del Grupo Salamanca (que tantas críticas interesadas e infundadas ha recibido por parte de grupos contrarios a la gestión, y el desinterés –por desconocimiento- de algunos medios, tanto generalistas como especializados en el ámbito portuario).
NAUCHERglobal ha sido el único medio de este ámbito que les ha venido informando regularmente de las novedades de la futura Marina Vela. No en vano, se trata de una imporante inversión de 37 millones de euros, después de la cual, el puerto deportivo contará con 136 nuevos amarres que estarán dispuestos en tres dársenas y tres pantalanes.
Asimismo, como señalamos en primicia en su momento, la marina contará con 2,5 hectáreas de terreno y 5 hectáreas de lámina de agua, además de una bocana de 75 metros de ancho, que permitirá operar a embarcaciones de entre 15 y 40 metros de eslora. La obra se culminará con un edificio de capitanía marítima de 600 metros cuadrados y, como instalación más destacada, una marina seca.
Esta última dispondrá de una superficie de 6.000 metros cuadrados y podrá albergar hasta 222 embarcaciones de recreo de hasta 9 metros de eslora y 4 toneladas de peso. Su importancia radica en que será la primera marina seca de estas características en Europa y en el Mediterráneo, gracias también a la experiencia acumulada por Formentera Mar en instalaciones norteamericanas.
En su breve discurso, tanto Nicolás Mayol como Sixte Cambra han querido destacar la contribución del futuro puerto deportivo al ámbito marítimo de la ciudad y la importancia de contar con una instalación de referencia mundial en el repair&refit como Marina Barcelona 92 (MB92) a sólo pocos metros del emplazamiento. Supone, además, un impulso para el barrio marinero de la Barceloneta, según ha asegurado el alcalde Trias.
Conviene destacar, asimismo, la importancia que, a medio plazo, tendrá la modificación del reglamento de titulaciones del sector náutico (ver noticia relacionada) para la futura Marina Vela. En este punto cabe recordar que el concesionario de la obra tiene raíces baleares y gestiona instalaciones similares en el archipiélago. Así, las nuevas atribuciones del PER –título más expedido en España dentro del sector náutico- permitirán como novedad, y previa realización de unas prácticas homologadas, el poder realizar trayectos marítimos entre la Península y las islas, lo que supone –quizá- una ventaja competitiva para los clientes de Formentera Mar.
Visto el auge de la industria náutica en Barcelona, conviene preguntar si no haría bien la Autoridad Portuaria catalana en dar entrada a un sector en auge en el consejo de administración de la entidad a corto plazo. Quizá ahora sería buen momento para que el Clúster Náutico diera un paso en este sentido.