Unas orcas estuvieron jugando con pequeñas embarcaciones de recreo en aguas de Galicia y en aguas del sudeste andaluz. Los biólogos no se ponen de acuerdo sobre la razón por la que estos cetáceos se acercan a los barcos, preferentemente a la popa, y en algunos casos destrozan el sistema de gobierno. Las embarcaciones quedan al pairo y han de ser rescatadas por los barcos de Sasemar, unas veces, y otras veces por barcos del club, del puerto o de la marina donde atracan. El problema se reduce a unos pocos casos que, magnificados por su difusión en la prensa escrita, la radio y la televisión, parecen un tremendo problema. El interés de los medios responde simplemente a ese principio no escrito que siguen todos los periodistas: la noticia es que el hombre muerda al perro; la noticia es lo insólito, lo que rompe los moldes al uso.
Alguna Capitanía Marítima, y otras autoridades, proponen prohibir la salida de puerto de las embarcaciones de recreo para evitar el encuentro con las orcas. Se les dice que la amenaza que representan esas orcas supone un contratiempo menor y que, en todo caso, ante los riesgos de la navegación, que son muchos y muy variados, no se suele prohibir la actividad, un remedio que no soluciona nada, pero los burócratas insisten: que los barcos no salgan a navegar. Muerto el perro se acabó la rabia.
MÁS MADERA
Ante el abordaje de un ferry y una pequeña embarcación de recreo ocurrido en la bocana del puerto de Ibiza, con resultado de una persona muerta, la prensa puso el foco en que el fallecido había sido decapitado, pues eso era lo que llamaba la atención, lo sensacional. Se acompañaba ese enfoque con una crítica a los barcos de recreo, donde estaba la víctima mortal, que ignoran e incumplen el Reglamento de Abordajes (RIPA en siglas españolas), no llevan las luces que deben mostrar de noche, de forma que el lector es inducido a pensar que el ferry no vio al barco de recreo porque éste no llevaba luces. Con las mismas, la noticia –de redacción parecida en todos los medios- podía haber hecho hincapié en el gobierno del ferry o en la velocidad con que el mercante entraba en puerto, pero los servicios de comunicación de la naviera hicieron bien su trabajo y rápidamente pusieron en circulación que el mercante “llevaba la velocidad adecuada”. A eso se le llama poner la venda antes de la herida, una acción que suele dar resultado.

El barco de recreo en el que iba la persona fallecida era una embarcación de alquiler, lista 6ª, según las fotografías publicadas en el Periódico de Ibiza y Formentera. Se desconoce si la investigación que puso en marcha la Guardia Civil, que ha de limitarse a constatar si la muerte fue accidental, en cuyo caso se acabó su investigación, o por el contrario hallan indicios claros de delito por grave imprudencia, ha llegado ya a alguna conclusión o apunta sobre los responsables. Se desconoce también si la Comisión de Investigación de Incidentes y Accidentes Marítimos, la Ciaim, obligada a realizar una investigación técnica del suceso, ha iniciado ya el trabajo.
En cualquier caso, los burócratas no han podido esperar más y ya han lanzado una campaña de inspección sobre las empresas, los chiringuitos y los kioscos que alquilan embarcaciones al primero que llega con dinero suficiente. Y uno se pregunta, ¿acaso esa actividad no está controlada de forma habitual por los numerosos funcionarios dedicados a que se cumplan las normas del sector náutico? Y sobre todo: los burócratas están señalando implícitamente que del accidente de la bocana del puerto de Ibiza el culpable fue la embarcación de recreo y por ende, de las empresas que alquilan ese tipo de embarcaciones.
Los burócratas no necesitan conocer los hechos, ni pensar demasiado. Van al bulto: prohibir, castigar, amenazar, y así. A los burócratas no les importa que de esa forma las soluciones huyan espantadas y los problemas se agranden.
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