El déficit de conductores, el incremento de los costes operativos, la competencia desleal, la falta de relevo generacional y un exceso de oferta en el pasado constituyen una especie de tormenta perfecta que está tensando y poniendo en una situación financiera delicada al colectivo de transportistas de contenedores del puerto de Barcelona. Desde una de las entidades representativas del sector, la Asociación de Transportistas Empresarios de Contenedores (ATEC) de Barcelona se alerta de que el cambio de paradigma generado tras la liberalización de la actividad ha comportado que perciban unas tarifas prácticamente idénticas a las de hace 15 años. Así se expresa Óscar González, presidente de la ATEC en Barcelona. “Con las ayudas y los decretos aprobados por el Gobierno, las tarifas solo han subido un 7% cuando los costes de explotación respecto al 2006 han crecido entre un 30 y un 40%”. Esta realidad se produce en un contexto de incremento de los costes operativos de los transportistas y un incremento del gasóleo en la última década, acrecentado tras el nuevo escenario geopolítico posterior a la invasión rusa a Ucrania.
En un encuentro con NAUCHERglobal, González explica que después de un periodo prolongado en el que la sobreoferta de servicios desplomó los precios, la situación de demanda alta tras la pandemia y las sucesivas huelgas del transporte han servido para concienciar mínimamente a las administraciones y a la sociedad en su conjunto de un problema endémico que sale a la superficie con el aumento de la actividad: la falta de conductores profesionales para realizar el transporte de contenedores en el puerto de Barcelona. La ATEC, que agrupa a una cincuentena de empresas asociadas con una flota de 750 camiones, esgrime que el déficit de chóferes se produce por la ausencia de una oferta formativa ajustada a las necesidades de las compañías del sector. Además de la competencia desleal de otros operadores de Zaragoza o Valencia, que trabajan en el puerto de Barcelona con condiciones más ventajosas que las que impone la normativa catalana, insisten en que la solución aportada por la Administración resulta del todo insuficiente. “En Barcelona, ofrecen un Ciclo Formativo de Grado Medio (CFGM) de conducción de vehículos de transporte por carretera, que solo capacita para obtener el permiso C de circulación, que no permite llevar un remolque de más de 750 kg de Masa Máxima Autorizada (MMA). Por eso, González aboga por impartir una formación que facilite la obtención del carnet C+E, que autoriza la conducción de un camión con remolque.
En su formato actual, tal como añade la secretaria técnica de la ATEC, Cecilia Rosas, “la oferta formativa está totalmente desvinculada de las necesidades de las empresas, por lo que no estamos satisfechos con las propuestas educativas que se nos ofrecen”. Ese desajuste, según Rosas, alarga la problemática endémica, centrada en la falta de conductores, y agudiza la imposibilidad de efectuar un relevo generacional.
Soluciones a corto plazo
Desde la ATEC, su presidente, Óscar González, pone sobre la mesa la necesidad de encontrar soluciones a corto plazo mientras no se desencalla el déficit formativo para paliar la falta de conductores. “Proponemos que se financien los cursos para obtener el carnet de camión C+E para parados de más de 45 años con experiencia laboral, de manera que se agilice la incorporación de profesionales a nuestras empresas”.
Los transportistas de contenedores que operan en el puerto de Barcelona señalan que el coste medio para capacitarse profesionalmente, incluyendo la formación, el Certificado de Aptitud Profesional (CAP) y los permisos C y E, se sitúa entre los 5.000 y los 6.000 euros. “La realidad de la formación no facilita que se produzca el acceso a la profesión ni ayuda al relevo generacional” indica González.
El presidente de la ATEC incorpora otros elementos para describir la delicada situación que viven los transportistas de contenedores en el puerto de Barcelona. “Por culpa del mal funcionamiento en la entrada y salida de contenedores por tierra, perdemos muchas horas y eso alarga la jornada laboral del conductor sin que el camión produzca y con esperas innecesarias de los conductores. En este sentido, precisa que si “ los procesos funcionaran mejor no perderíamos horas los empresarios ni los trabajadores”. En este caso, los tiempos perdidos pueden superar las tres o cuatro horas.
Lentitud administrativa
En su interlocución con la Administración y con la Autoridad Portuaria de Barcelona (APB), los transportistas de contenedores lamentan la lentitud administrativa en los procesos burocráticos, por lo que reclaman acelerar los trámites y las gestiones para hacer más eficientes las actividades de carga y descarga de la mercancía.
Actualmente, la ATEC alude a un contexto de fragilidad del sector, que se traduce en una insuficiencia de camiones en momentos de picos de demanda y unas tarifas bajas en relación a los costes empresariales que tienen que asumir, especialmente con el precio del combustible, que está doblando sus cotizaciones habituales. Con esta denuncia, el colectivo de transportistas de contenedores busca reivindicar su papel estratégico en la cadena de suministro. “Hasta ahora, siempre nos han ignorado por ser el último eslabón del engranaje, pero nos queremos sentir integrados en los procesos del puerto”. De hecho, su siguiente aviso es que la flota actual de camiones podría resultar insuficiente ante el hipotético incremento de las operaciones derivado de la llegada de megabuques a grandes puertos como el de Barcelona.