El armador del granelero ruso SEVERNAYA ZEMLYA, que lleva dos años atracado y abandonado en el puerto de Avilés, no solo ha acumulado deudas con los trabajadores, la autoridad y la empresa suministradora de combustibles, lo que provocó su retención, sino que también tiene impagos con las compañías aseguradoras. Fuentes cercanas a la Autoridad Portuaria de Avilés han indicado a NAUCHERGlobal que “el propietario se ha desentendido del barco, abandonándolo a su suerte, y sin abonar las primas del buque, del casco y el P&I”.
En casos como el del granelero ruso, propiedad de la compañía Murmansk Shipping Company, la Ley de Navegación Marítima establece que el puerto puede declararse abandonado cuando hayan transcurrido tres meses sin que el propietario dé señales de vida. Una vez pasado el plazo, se puede iniciar el procedimiento de venta forzosa.
Los seguros habituales con los que cuenta un buque de estas características no contemplan ningún tipo de responsabilidad en un supuesto de deudas económicas. Así lo explica el abogado especialista en derecho marítimo, Alfonso de Ochoa. En este sentido, De Ochoa, que forma parte del bufete Albors Galiano Portales, señala que el seguro de Protección e Indemnización (PI) protege en caso de reclamaciones de un tercero, ocasionadas por la embarcación. De esta forma, este tipo de pólizas complementan a las de casco y respaldan a los armadores de sus obligaciones hacia terceros, sean bienes o personas.
Dificultades administrativas
De Ochoa comenta que, pese a que el impago en los seguros del SEVERNAYA ZEMLYA ha podido acelerar el proceso de subasta del barco, que ya se ofrecido una vez, “los plazos administrativos, en los que se tienen que comunicar los requerimientos a todos los acreedores, retrasan el procedimiento”. De forma general, las adjudicaciones se realizan a la tercera subasta. La Autoridad Portuaria de Avilés tiene previsto organizar la segunda puja después de verano.
A pesar de las deudas contraídas, el armador mantiene bajo mínimos la actividad de los tripulantes, a los que les entrega víveres y un sueldo bajo. Aunque el granelero apenas tiene 10 años vida y resultaría factible venderlo para saldar las deudas con los acreedores, la intención de Avilés es subastarlo para chatarra.
El pasado mes de junio, en la reunión del consejo de administración de la Autoridad Portuaria de Avilés se aprobó un pliego de condiciones para volver a realizar el proceso de subasta, tras el fracaso de la primera puja y la incapacidad de la autoridad portuaria para vender el barco.. Los miembros del consejo de administración intentaron ofrecer una solución a un problema enquistado desde hace dos años: el abandono del buque en el Muelle de Valliniello.
Las víctimas de los barcos abandonados
El mantenimiento elevado del granelero provocó que el organismo decidiera a principios de este año subastarlo para destinarlo a chatarra. En un primer momento, el SEVERNAYA ZEMLYA se tasó en 3,8 millones de euros, quedando la puja desierta. Ahora, la intención de Avilés para poder desprenderse finalmente del carguero es ponerlo a la venta por la mitad. El buque tiene 181 metros de eslora y 15.868 toneladas de arqueo.
Alfonso de Ochoa recuerda que en los procesos de abandonos de barcos, los acreedores generales no acostumbran a saldar sus deudas, ya que otros actores, como la autoridad portuaria o las tripulaciones, o partidas como los gastos de mantenimiento, tienen preferencia a la hora de cobrar. Como ejemplo, indica que el año pasado, el puerto de Algeciras subastó dos barcos: el OCEAN SPARKLE y el PROSPERITY por 853.000 euros. Ambos buques se destinaron también a la chatarra.
Otra de las dificultades radica en contactar con el propietario del barco, ya que en algún caso, como un buque atracado en el puerto de Tarragona, tal como indica De Ochoa, el buque está inscrito en la República de Palau, un archipiélago de la Micronesia, ubicado 500 kilómetros al este de Filipinas.
En el tema del SEVERNAYA ZEMLYA, fuentes del sector aseguran que la situación de abandono se explica por los problemas de liquidez del armador como consecuencia de las inversiones que realizó para comprar y construir buques. La historia del granelero ruso es solo una de las muchas que se pueden encontrar en los puertos españoles y que ponen en jaque a las autoridades portuarias.