No hay nada que haga más felices a los consejeros delegados (CEOs) que el hecho de que sus empresas ganen dinero. Y eso es lo que les ha pasado en este 2020 a los diez o doce armadores de contenedores más grandes del mundo. Les pone, les pone…
Maersk mas de 2.000 millones, Hapag-Lloyd más de 1000 millones… Y así. De modo que todos sonríen y se ponen a pensar en cómo gastar –mejor dicho invertir- para que sus empresas se hagan más potentes y acumulen fuerza y negocio en el mundo; pero siempre respetando las reglas del mercado. ¡Cuidado! Nada de saltarse las normas de la libre competencia. Sí que han tenido que ponerse de acuerdo en algunas excepciones como la BER (Block Exemption Regulation) y alguna otra; pero en fin… pelillos a la mar, y nunca mejor dicho.
Pues a lo que íbamos. Acabamos de conocer la última de estos supermillonarios. ZIM Lines, el armador israelí que en 2018 y 2019 lo pasó bastante mal y se estaba quedando fuera del club de los grandes, acaba de publicar que ha firmado un acuerdo con Seaspan (uno de los mas grandes armadores y navieros mundiales que alquila su flota a terceros) para el fletamento por largo tiempo (long-time charter) de 10 portacontenedores de 15.000 TEUs que consumirán GNL y que se desplegarán en el tráfico Asia-Costa Este de Estados Unidos.
Mil millones de dólares es el coste de la inversión. Los buques se entregaran entre febrero de 2023 y enero de 2024 y se construirán en Corea. Conviene resaltar que, en 2020, los beneficios de ZIM han sido de un 2.818%, que se dice pronto, superiores a los de 2019.
Así es que casi ninguno de estos grandes se asusta de acometer inversiones de capital (Capex les llaman ahora). Por eso sus sonrisas son espectaculares. Y 2021 lleva el mismo camino.