Los detallados mapas del relieve submarino manejados en el estudio muestran que éste se ha suavizado de forma notoria en los caladeros de pesca de arrastre situados en el talud continental, entre los 200 y los 900 metros de profundidad, en el cañón submarino de La Fonera, también denominado de Palamós, en el nordeste de la costa catalana.
El trabajo ha sido publicado en la revista NATURE del mes de septiembre bajo el titulo “Ploughing the deep seafloor”. El equipo de investigadores ha empleado varios instrumentos oceanográficos para medir la puesta en suspensión del sedimento marino debido al efecto de arado que ejerce la pesca de arrastre. Además, los mapas batimétricos de alta resolución les ha permitido demostrar que los principales cambios en el relieve submarino se han producido en las zonas de actividad de la flota de arrastre, lo que contrasta con los sectores no frecuentados por la misma, que conservan su relieve natural, mucho más acentuado e irregular.
El arrastre de las puertas y redes sobre el fondo marino remueven y levantan las finas partículas que forman el sedimento superficial. “Los taludes continentales, y en particular los flancos o las vertientes de los cañones submarinos, son regiones del fondo marino con una pendiente relativamente elevada y que tradicionalmente han sido explotadas por las flotas arrastreras. Con el paso de las artes de pesca, los sedimentos superficiales se levantan con facilidad y tienden a desplazarse en suspensión a favor de la pendiente. Se forman así, una y otra vez, avalanchas de fango y nubes turbulentas cargadas de sedimento que se desplazan desde los caladeros hacia sectores situados a mayor profundidad, contribuyendo a la erosión y al remodelado de grandes extensiones de los taludes continentales debido a esta actividad humana”, según ha explicado Pere Puig, del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona (CSIC).
“De forma natural, las vertientes de muchos cañones submarinos están surcadas por sistemas de barrancos o cárcavas perpendiculares al cauce principal, al que vierten. El arrastre de fondo tiende a provocar el aterrazamiento de las vertientes de los cañones, de modo que se pasa de un relieve en barrancos a un relieve en terrazas o bancales que tienden a seguir las curvas de nivel o isóbatas, todo ello acompañado de una reducción de la rugosidad del fondo. Después del arrastre reiterado, únicamente persisten los barrancos originales de mayores dimensiones, aunque eso sí, apreciablemente suavizados”, ha comentado el profesor Miquel Canals, catedrático de Geología Marina de la Universidad de Barcelona.