No quiero referirme aquí a los numerosos errores de todo tipo en que incurren esos exégetas, algunos imperdonables, porque el artículo sería largo y aburrido. Y tampoco quiero entrar en las declaraciones, dimes y diretes de los políticos al uso. Pero sí quiero protestar vehementemente contra quienes se limitan a rendir pleitesía acrítica a la sentencia dando por bueno lo que el tribunal expone y confundiendo el texto de la sentencia con la realidad. Esos articulistas confirman la condena al capitán Mangouras por desobediencia aceptando la deplorable argumentación de la sentencia. Y admiten que el buque se averió a causa de su deficiente estado de mantenimiento y conservación, como dice la sentencia, sin saber lo que eso quiere decir. Y repiten que el alejamiento del buque fue una decisión prudente y que el rumbo que se le ordenó era el único posible, pues así lo establece la sentencia, una barbaridad inexcusable. Y cargan las tintas contra ABS siguiendo la incomprensible actitud del tribunal que se lanza a acusar a alguien que no pudo defenderse, ya que así lo decidió el Gobierno español que troceó el proceso y llevó a Nueva York la acusación contra ABS, con la aquiescencia de la fiscalía y de la abogacía del Estado, y la complicidad de la propia Audiencia. Esos exégetas de la sentencia nada aportan al conocimiento de la realidad, sus opiniones carecen de valor, son un simple eco, y sus comentarios sólo contribuyen a difundir una visión del accidente que nada tiene que ver con la verdad. Escribió Marx que sólo los necios confunden valor y precio. Parodiando el aserto podríamos decir hoy que sólo los exégetas confunden la verdad con lo que cuenta la sentencia. Una pena.
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