Ese informe tuvo que ser ampliado en 2012 al entrar en la causa nuevas filmaciones tomadas por el ROV Nautile en diciembre de 2002 y por los ROV INNOVADOR2 e INNOVADOR5 del buque noruego de investigación POLAR PRINCE en octubre de 2003.
La misión de esos ROV era efectuar sucesivas mediciones del casco y elementos estructurales del PRESTIGE que habrían de demostrar la tesis del Gobierno sobre el accidente: causado por el mal estado del buque, todo culpa de Mangouras y compañía. Los resultados supusieron una dura bofetada para las esperanzas oficiales, pues los datos que revelaba la “autopsia del PRESTIGE” daban justamente el resultado contrario: el petrolero cumplía con creces, de forma que los resultados de esas mediciones demostrarían la falsedad de las acusaciones de la abogacía del Estado contra Apostolos Mangouras. Por eso las pruebas se hicieron al margen del proceso judicial y las conclusiones a que llegan se han negado y ocultado a la defensa del capitán.
Ese proceder tramposo, que ha infringido gravemente los principios básicos que garantizan un juicio justo, recogidos en el artículo 6 del Convenio Europeo para la defensa de los Derechos Humanos y en el artículo 24 de la vigente Constitución Española, contó con la aquiescencia, por acción u omisión, de la Administración de justicia, ciega a la evidencia y sorda a las sucesivas peticiones del defensor de Mangouras para que la “autopsia del buque”, una prueba de trascendental importancia en el proceso, se efectuara en presencia de peritos judiciales y de la defensa, y para que sus resultados fueran facilitados al Juzgado e incorporados al sumario.
Fundado en esa infracción procesal, el abogado José María Ruiz Soroa solicitó al inicio del proceso la nulidad del mismo, total o parcial. Solicitud desoída, como era de esperar, no obstante su incontestable contundencia.
Las declaraciones de Carlos Delgado, sustentadas en numerosas fotografías obtenidas de las cintas grabadas por los ROVs, vinieron a confirmar el buen estado estructural del PRESTIGE, en el que no es posible observar la corrosión alegada por el fiscal y los abogados del Estado, ni el insuficiente escantillón de determinados elementos estructurales del costado de estribor del PRESTIGE. Al contrario, los análisis filmados por los ROVs demostrarían de forma fehaciente que el buque se encontraba bien mantenido y que la reparación que efectuó en Cantón en el año 2001 cumplió escrupulosamente con los estándares exigibles a los materiales que se utilizaron, tanto en calidad como en dimensiones.
A preguntas del defensor del capitán Mangouras, Carlos Delgado explicó que el análisis de esfuerzos revela claramente que el PRESTIGE disponía de suficiente resistencia estructural con los tanques de lastre de babor y estribor inundados y asumiendo que hubiera perdido las planchas del forro de los tanques de estribor. Ese análisis, mostrado a través de un cuadro con la resistencia calculada en los diferentes momentos del siniestro, desmiente la repetida tesis de los abogados del Gobierno según la cual el PRESTIGE era un buque condenado tras la primera avería y la maniobra del capitán de inundar los tanques de babor para adrizar la nave. Los apoyos de esa tesis resultan tan endebles, de tan pobre consistencia, que a Carlos Delgado le resultó fácil desmontarlos. La teoría del ingeniero americano Cushing, de que se rompió el mamparo longitudinal entre los tanques de estribor y los tanques centrales, dando origen al siniestrro, carece de la más mínima prueba que lo avale, de forma que más parece una fantasía de ficción que una teoría mínimamente seria. El informe del ingeniero Martín Criado, pagado por el Gobierno, basado en supuestos errores de la reparación en Cantón, donde habrían utilizado perfiles incorrectos para reparar las planchas y refuerzos de los tanques de lastre de estribor, ha quedado en papel mojado tras demostrar las mediciones efectuadas por los ROVs, a cargo del Gobierno, que esas planchas y elementos de refuerzo tenían las medidas correctas.
Tanto el fiscal como los abogados del Estado intentaron en sus interrogatorios desacreditar el trabajo y la personalidad de Carlos Delgado, por una parte; y confundirle a base de mezclar datos procesales desconocidos por el perito, de otra parte. Me sigue admirando el empeño de Javier Suárez, de Consuelo Castro y del fiscal García por seguir remando contra una corriente cada vez más cuesta arriba. Las evidencias sobre la naturaleza del siniestro, sobre el buen hacer profesional de Mangouras y sobre la desastrosa gestión de las autoridades marítimas resultan tan claras y rotundas, avaladas por un aparato probatorio excelente e irrefutable, que la misión de los defensores del Gobierno cae a ojos vistas en un ostentóreo patetismo. Por supuesto, las insinuaciones que se permiten efectuar sobre los peritos propuestos por la defensa del PRESTIGE carecen de base real y dejan en mal lugar la profesionalidad de los abogados que recurren a esas marrullerías.