Resulta descorazonador asomarse a las noticias que nos suministran los medios, los conocidos, los políticos de toda sigla, etc. acerca de lo que estamos viviendo y lo que habremos de vivir en el capítulo económico en los próximos meses. Sin embargo, ahí está el tejido empresarial español. Al menos en el sector que nos ocupa, peleando por seguir en la brecha y abrir, de nuevo, caminos a la actividad humana. Con los empresarios, van naturalmente los trabajadores porque todos nos jugamos lo mismo: una existencia digna y un futuro para los nuestros.
La realidad no es halagüeña: el Comité Nacional de la Carretera nos informa de un 30% de caída en el transporte por carretera, otras fuentes del sector aumentan la cifra a entre el 40% y 50%. Ha disminuido considerablemente el transporte relativo a las industrias no esenciales: la química, el sector del automóvil (hagamos aquí un paréntesis para referirnos a las inverosímiles declaraciones de la concejal de Barcelona, Janet Sanz pidiendo “un plan para evitar que el automóvil se reactive después del coronavirus”), y sobre todo los retornos en vacío que afectan a toda la flota europea.
Feteia nos informa que la caída de la actividad en su sector ha sido de un 54 por ciento con lo que significa de negocio aéreo, (60%), marítimo (60%), terrestre (45 %) y aduanero (50%), de lo que se infiere una reducción en todas la áreas de la logística por la presencia de los transitarios en todas ellas.
Nada nuevo bajo el mortecino sol económico del presente de obligada penitencia… Pero… ¿y el futuro?
De momento los países occidentales (los orientales hace ya un tiempo), van a abrir sus economías en estos días de modo que todas las industrias, no solo las esenciales volverán a funcionar y necesitarán materias primas o acabadas para completar el proceso de los bienes que producen, por lo que podemos esperar que después de junio a mas tardar, comience la recuperación o reconstrucción (como dice nuestro Gobierno) de la economía. Claro que deberá de ser con la industria de bienes, porque la de servicios dormirá un poco más todavía esta siesta tan desagradable.
La logística, en fin, despertará y animará la economía: las cadenas de suministro volverán a funcionar. No parece probable a corto plazo que las empresas cambien por las buenas sus cadenas de suministros (¿se acuerdan de López de Arriortua, conocido como “Superlópez?). Tampoco creo que súbitamente dejemos de comprar productos agrícolas a Marruecos a cambio de venderles bienes terminados. El comercio mundial es progreso y mejora para la especie humana. Otra cosa será hacerlo más racional, seguro y estratégico; pero las cadenas volverán, y pronto, a funcionar.
El precio del crudo subirá en cuanto aumente el consumo con motivo de la recuperación de la actividad industrial y del transporte. Y en cuanto se consuma la barbaridad que estamos almacenando. Pero no se apuren. Detrás del precio del crudo no subirán los fletes, porque aun pasará algún tiempo hasta que todos los buques, o la gran mayoría, naveguen llenos.
El sol calentará nuestras playas y montañas y los turistas volverán, como los propietarios alemanes en las Baleares que quieren venir ya mismo. De modo que la industria de servicios, aérea, marítima, hotelera, volverá a funcionar en el otoño, cuando empecemos a dejar atrás esta pesadilla.
Y la UE… ¿proveerá?, parece que sí, con los fondos necesarios para paliar a los más perjudicados de los efectos del desastre económico, y financiar a los Estados en la recuperación de sus economías. Seamos optimistas.
Y, si no, ya saben, se toman un chupito de KH7 o similar, y aún mejor, se lo inyectan en los pulmones, como aconseja, eso sí, sarcásticamente, el Sr. Trump, y se acaban los problemas…
Que tengan Vds. un buen resto de confinamiento.